En 1714 murió Bernardino Ramazzini. Él era un médico raro, un médico rarísimo, que empezaba preguntando: “¿En qué trabaja usted?”. A nadie se le había ocurrido que eso podía tener alguna importancia. Su experiencia le permitió escribir el primer Tratado de Medicina del Trabajo, donde describió – una por una – las enfermedades frecuentes en más de cincuenta ofcios.

Y comprobó que había pocas esperanzas de curación para los obreros que comían hambre, sin sol y sin descanso, en talleres cerrados, irrespirables y mugrientos.

Mientras Ramazzini moría en Padua, en Londres nacía Percivall Pott. Siguiendo las huellas del maestro italiano, este médico inglés investigó la vida y la muerte de los obreros pobres. Y entre otros hallazgos, Pott descubrió por qué era tan breve la vida de los niños deshollinadores. Los niños se deslizaban desnudos por las chimeneas, de casa en casa, y en su difícil tarea de limpieza respiraban mucho hollín.

 

El hollín era su verdugo.

 

 

 

Eduardo Galeano

 

 

Sin que haya grados en las luchas de los pueblos, de las clases, las mujeres, las generaciones, las culturas, de las posiciones ante el ambiente, en los hechos el reconocimiento de sus facetas, nos sirve para ver cómo las enfrenta en las sociedades capitalistas el poder, particularmente el Estado en sus diferentes niveles de gobierno.

Nuestro análisis se sitúa en el México actual con un gobierno que llegó con una votación muy amplia a su favor, enlaza en esos votos el hartazgo social y las expectativas populares ante la falta de respuesta a la solución de necesidades y problemas básicos como el empleo, los ingresos, la seguridad, y la exclusión que el neoliberalismo ha realizado en la educación, la salud, la vivienda, el transporte y la paz ante violencias contra la población. Esos aspectos son necesidades y problemas.

Pero en el voto por Andrés Manuel López Obrador, no se manifestó todo el hartazgo y todo el descontento social. El nuevo poder ejecutivo y las mayorías que su partido y sus aliados obtuvieron en las cámaras legislativas se dan en medio de miles de conflictos en todo el territorio nacional ocasionados por acciones y amenazas desde el poder empresarial y sus gobiernos. El despojo de los recursos naturales y comunes, la represión, la depredación del ambiente, los feminicidios, la desaparición forzada y las ejecuciones extrajudiciales, los cientos de miles de asesinatos, y las decenas de miles de desplazados, los presos políticos, las reformas educativa, a la seguridad social, la energética, la negación de la democracia mínima en sindicatos, en elecciones, en asambleas de productores rurales, y la presencia de las fuerzas paramilitares narco políticas cumpliendo junto a la militarización su papel como parte de un Terror de Estado, son los hechos que desataron y mantienen los conflictos.

El pueblo ha respondido con peticiones, denuncias, demandas legales, mil trámites, alertas, marchas, mítines, huelgas de hambre, huelgas, paros y la defensa legítima. Se mezclan ante los conflictos, las formas que entregan al poder la solución de los mismos, con las luchas basadas en decisiones autónomas de las comunidades, pueblos, colectivos y organizaciones conscientes de que debemos ir contra las raíces que los ocasionan.

Aún en la lucha organizada, no siempre se logra pasar de la lucha emergente a crear un movimiento organizado, consciente y planificado que una las vías jurídica, técnica y de acción directa para crear una defensa ante la cada vez más violenta guerrerista e invasora ofensiva del capitalismo.

El engaño con programas sociales, la manipulación de la información y de las consultas a los afectados por empresas y gobiernos, la división de las organizaciones de lucha por infiltración o por cooptación de dirigentes, pero también por la dependencia a asesores, caudillos y mandones, todo este equipaje de instrumentos y procedimientos del poder empresarial y de los gobiernos, sigue limitando la lucha popular organizada al control o al menos a administrar los conflictos (por ejemplo, la prolongación de conflictos para que se desgasten en el silencio, se desalienten y se rindan).

A nueve meses del gobierno de López Obrador las expectativas porque “él” solucione las necesidades y problemas, si bien continúan abiertas por la propaganda ante millones de personas, en la práctica han tenido respuestas con programas que ni acaban de aplicarse y ni mucho menos van a la raíz de las mismas.

La austeridad (recorte del gasto social y de inversión productiva básica) pegó en el empleo de muchos empleados sin contrato o base, así como en el abasto de medicamentos, de alimentos, fertilizantes, etcétera. Las becas y las ayudas a vejez se tardan en llegar, además se presentan discriminaciones y nuevas amenazas a los mismos: dejar fuera a estudiantes, científicos e intelectuales, y, lo peor, se amplían las ganancias de las afores y los grupos financieros, buscando aumentar el ahorro obligatorio, especulando en la bolsa o se pagan los megaproyectos con el ahorro para el retiro, y se deja sin retiro asegurado y digno a las nuevas generaciones de trabajadores.

Otros programas “sociales” como el de sembrando vida, conducido principalmente por militares (que solo el presidente llama “pueblo uniformado”), se dedican a crear un cordón contrainsurgente en las zonas sur y sureste del país contra comunidades en lucha, se ofrecen para encubrir el muro fronterizo desde el Istmo de Tehuantepec contra migrantes centroamericanos ordenado por Estados Unidos con la sumisión de los gobiernos mexicano, guatemalteco, hondureño y de El Salvador.

En el Sur-Sureste, cargado de conflictos y luchas comunitarias contra el poder y sus megaproyectos, los programas sociales, también sirven para manipular asambleas y consultas, para intentar dividir y para seguir aislando y señalando a luchadores sociales para que policías, paramilitares y soldados los ejecuten, los desaparezcan o caigan presos de un gobierno que se declara “no represor”. Y del Centro y Norte del país sucede lo mismo, y la guardia nacional militarizada junto con las fuerzas represivas estatales disuaden o atentan contra los movimientos y contra migrantes, pero dejan que aparezcan como actos de paramilitares los asesinatos de luchadores sociales contrarios a los megaproyectos del régimen como asesinaron a Samir Flores en Amilcingo, Morelos y a decenas de policías y guardias comunitarios en Guerrero y en Michoacán. El terror contra el pueblo permanece en el bajío y las costas este y oeste de México, y la militarización cubre fronteras como un apéndice de la migra estadunidense, mientras la guerra entre narcos, o el dominio de regiones por los mismos despeja territorios donde el capital sigue sus negocios: gasoductos, maquilas, puertos y narco.

Así tenemos a un gobierno que llegó para pacificar o “serenar” al tigre popular: con programas sociales y austeridad que fomentan el individualismo entre quienes piden atención a sus necesidades y problemas, convirtiéndolos en personas dependientes de sus limosnas, o en votantes cautivos para próximos periodos. Sin embargo es un gobierno que sabe que los conflictos deben ser controlados, administrados o anulados con la fuerza de la ley, la cooptación o el desgaste y desánimo de quienes y ve que seno tiene modo inmediato de detenerlos.

Es un gobierno que sabe que perderá su maquillaje de “amor y paz” si no hace que se detengan, con la fuerza de la ley, del ninguneo, el cerco físico o mediático, los procesos de organización y conciencia en las luchas anticapitalistas y anti patriarcales que crecen ante cada despojo, explotación, desaparición de derechos o agresión represiva a las resistencias y rebeldía de hombres y mujeres libres

Son las mujeres en cada organización y comunidad y algunos jóvenes rebeldes al consumismo y la enajenación quienes construyen junto con los pueblos originarios redes y movimientos que superan el desánimo y el miedo de 30 años de guerra contra los pueblos. Cuando el conflicto no revienta en el espacio público, callejero, de masas, político, entonces pierde su potencia rebelde, reventando hacia adentro y eso incrementa la violencia doméstica y el delito contra las personas, entre los sectores populares que perdieron la esperanza.

El poder de los capitalistas mandata al gobierno para que enfrente a estas luchas e impida su unidad. Por eso AMLO califica de “conservadores de izquierda y radicales” a quienes resisten desde bases sociales organizadas. Por eso en los medios obradoristas se clasifica falsamente a la “izquierda” en democrática y pacífica (los morenistas) y en extrema (fomentando la imagen de los zapatistas como sus único “adversario”, tratando de borrar del mapa de fuerzas a otros movimientos sociales en el país, principalmente en las ciudades).

La realidad es otra: la decisión de luchar crece, falta articulación, pero la lucha contra el capitalismo y sus guerras patriarcales, racistas y depredadoras no se detienen. El reto es cambiar la cultura de lucha y crear un pensamiento crítico propio.

 

Con ese lema propagandístico acompaña el gobierno federal el inicio formal en sus funciones de la Guardia Nacional. Ese organismo que remilitariza las tareas de seguridad interna, comienza su accionar según la información oficial con un cuerpo de 70 mil efectivos (el 80 % surgidos del ejército y la marina) bajo mando y coordinaciones militares, para ocupar 150 regiones del país, su puestamente para proteger al pueblo y defender la patria.

Sin embargo los hechos desdicen la propaganda. La Guardia Nacional es un instrumento de acuerdo de Andrés Manuel López Obrador con la cúpula militar desde los días de 2018 anteriores a su ejercicio presidencial con el cual superó la crisis de rechazo social a la Ley de Seguridad Interna de Enrique Peña Nieto, bajo tres componentes iniciales:

1 Se promovería la creación de un cuerpo militar, formalmente disfrazado de civil, encargado de sustituir a la policía federal en tareas de seguridad publica frente a la delincuencia organizada bajo mandos militares en sus operaciones, capacitado por las fuerzas armadas con un alto presupuesto que lo erige sobre las policías estatales y municipales para el servicio de gobernadores.

2. Se abre un amplio campo para las fuerzas armadas interviniendo -además de sus funciones legales- en acciones de inversión económica, construcción de aeropuertos y caminos, programas sociales como Sembrando Vida, fabricación de armas, participación en la conducción cotidiana de la seguridad pública en los tres niveles de gobierno, colocando a miembros de ejército y la armada en los cargos de mando y coordinación respectivo, así como un fortalecimiento de la inteligencia militar mientras se desvanece la inteligencia del gobierno.

3. Se le dan funciones en apoyo a los convenios internacionales de seguridad hemisférica originados desde Estados Unidos y aunque se dice rechazar el Plan Mérida, se reconstruye el papel de vigilante fronterizo, de manera directa y encubierta, ahora también por una decena de miles de miembros de la guardia Nacional, se le ve coordinado con los mandos militares estadunidense y de los países centroamericanos del triángulo norte de ese territorio, se le permite participar en los entrenamientos y operaciones conjuntas en el continente bajo el Comando Sur, orientadas para desalentar los apoyos a la República Bolivariana de Venezuela.

 

¿Proteger al pueblo?

Un día antes de festejar su victoria electoral del 1 de julio de 2018, López Obrador reconoció que la lucha contra la delincuencia organizada no ha tenido avances y la seguridad pública es un gran pendiente; el mismo día. Alfonzo Durazo, el supuesto coordinador de la Guardia Nacional y secretario de Seguridad advirtió que con el accionar de la Guardia se terminará “la noche” de la violencia y el crimen.

Ambos coinciden en un plan que busca las causas de la delincuencia en los aspectos económicos sociales y culturales, pero, por el contrario han dedicado la mayor parte de los medios a abatirla, sin embargo, esto lo harán después de atender las urgencias y las imposiciones (acordadas) con los grandes poderes: dar seguridad a los megaproyectos de muerte Tren Maya, PIM, Aeropuerto, Canal seco en el Istmo de Tehuantepec, etc., en contra las resistencias y rebeldías de pueblos originarios y población rural y urbana afectada en sus territorios y en sus vidas por esas inversiones que despojan y depredan; y el cumplirle a Donald Trump y a la ultraderecha del capitalismo gringo un pacto antiinmigrante de cierre de las fronteras mexicanas norte y sur con efectivos de la guardia nacional y militares, (el gobierno de EU los llama llanamente fuerzas militares), así como registrar e identificar a quienes hayan pasado la frontera sur conteniéndolas en territorio mexicano con empleos precarios y encierros en las cárceles llamadas estaciones migratorias, deportar a la mayoría y cumplir en los hechos el papel de tercer país receptor de los migrantes que solicitan en Estados Unidos puestos en instalaciones de la frontera mexicana y bajo vigilancia del Estado mexicano.

Mientras el plan de militarización camina y ocupa los territorios incluso más pacíficos de México, se ve sin límite efectivo a los mismos o renovados grupos del narco negocio, a los mismos extorsionadores de productores a quienes aterrorizan, y adelantan en la persecución y asesinato a manos de sus sicarios de luchador@s sociales, incluyendo periodistas y defensores de derechos.

¿Cuál protección al pueblo nos queda? Sólo la de los cuidados de las comunidades, las organizaciones y colectivos que organizan por su cuenta y riesgo, las de la verdadera ayuda humanitaria a migrantes de México y de otros países, destacadamente de la iglesia que no se vende al gobierno (como parece ya lo hizo el padre Solalinde ex defensor de los migrantes).

 

¿Defender la patria?

Esto no ocurrirá mientras las fuerzas armadas se pongan al servicio de los megaproyectos de transnacionales y del gran capital criollo, los efectivos de la Guardia Nacional y de las fuerzas del ejército y la marina solo defienden al capital que no tiene patria.

En tanto se cumplan las órdenes emanadas desde el Pentágono y el Departamento de Estado yanquis para aislar a México de la reanimación de resistencias y rebeldías de los pueblos, de las insurrecciones que se levantan en Honduras, Haití, Colombia; se distraiga con programasde engaño de la rebeldía de las mujeres del continente, ejemplarmente de las argentinas contra el patriarcado y el capitalismo; mientras se sirva a los ejercicios de disuasión internacionales para contener el anhelo de libertad del pueblo comunero de Venezuela contra la bota yanqui, pero también contra la burocracia corrupta y los capitalistas; mientras se aísle de información y solidaridad a pueblos como el colombiano que buscan construir una paz sin narco, sin militares y paramilitares; mientras en todo esto opere la fuerza militar y paramilitar en México, “la Patria” estará y seguirá indefensa, dependiente, sometida al juego de sus gobernantes arrodillados al verdadero poder del capital.

 

Solo la fuerza que tejen los pueblos desde abajo protege al pueblo y a su soberanía.

 

 

En tierras extrañas cohabito

Multiplicidad de colores

De pensamientos y formas

 

De modos de alinearse a su existencia

 

Pisando esa tierra, percibo tanto

Que ya no es la misma

Que su sin sentido se acrecienta

Que se aleja de sus habitantes

 

Siento que está tierra tiene sueños

Que sus pequeños no coman mierda

Que sus medianos no vuelvan y jodan

Que sus altos no vengan más

 

Aspirando a qué esa tierra merece más

Con miradas más extremas

Y prácticas menos perversas

En fin, volver a la proletariedad


 

Admiro una tierra parrandera

Que no olvide su anterior

Que no permita nada de su exterior

Que encuentre su futuro

Anhelo esta tierra en un mundo nuevo

Dónde una patria grande se encumbre

Dónde los jodidos ya se extingan

Dónde el poder acabe su lesiva trayectoria.

 

Pero una vez más esa tierra arde

Por no ser inocua

Por no encontrar la razón del equilibrio

Por no sentir la libertad

Por no encumbrar al que da amor

Por no elegir a tiempo la vida

Por no respetar la voluntad

Pero el ardor como la lluvia

Al final reporta la calma.

El día llegará.

 

 

Eduardo Gómez Caña

 

 

 

 

 

 

 

La Guerra de los Callados

 

 

José Arroyo.

 

 

La noticia se ha regado

 

¿Qué cosa será?

 

La guerra de los callados

 

¡Preparada está!

 

Todo el mundo está enterado

 

Confuso entonar

 

La guerra mata al hermano

 

¡Sin discriminar!