Por Carlos Del Frade(APe) 01 Octubre 2020

La Argentina era del país donde las únicas y los únicos privilegiados eran las niñas y los niños. El permanente reciclaje de la traición del sueño colectivo inconcluso de la revolución de mayo de sentar en el trono de la vida cotidiana a la noble igualdad, producirá a fines de 2020, el año de la pandemia, que ocho millones trecientos mil pibes y pibas sean pobres.

La innoble desigualdad, hija directa de la concentración de riquezas en pocas manos, responsabilidad de políticas cobardes que no quieren “descontentar a las grandes riquezas que acumuladas en pocas manos funcionan como el agua estancada pudriendo” los demás sectores sociales, como diría Mariano Moreno, el primer desaparecido a la historia, genera postales de chicas y chicos violentados e inmolados ante el indiferente y perverso dios dinero.

La muerte de Quino, justamente en el día en que se conocieron los nuevos datos de la apabullante pobreza e indigencia del primer semestre del año del covid, parece ser la metáfora adecuada para revelar y presentar el presente de las niñas y los niños en lo que queda de la Argentina.