Por Javier Larraín/ Correo del Alba

¿Cuáles son los desafíos constituyentes en el Chile actual?

 

Historiador Gabriel Salazar: Lo que en Chile enfrentaremos en este proceso constituyente es cómo nos organizamos, cuál es el itinerario, qué etapas de discusión habrá, cómo va a ser la Asamblea Nacional, ¿iremos con mandato o sin mandato?; si van con mandato, tienen que haber asambleas de base donde se discuta lo esencial y de allí emerja el mandato.

La clase política chilena nos puso un itinerario forzado, porque la Comisión Constituyente o eso que llaman la Comisión Mixta –que es peor–, se elige a nivel nacional y no a nivel local, con voto individual, y el individuo no delibera para votar porque se supone que hay libre albedrío, en consecuencia, como va sin deliberación previa, ese candidato a la Comisión Nacional Constituyente va sin mandato soberano.

Este Comisión Constituyente que proponen los políticos es como elegir otro Congreso Nacional, con delegados que vamos a elegir para que discutan sobre la Constitución, pero sin mandato. Por eso los políticos, que son maestros en elegir con voto individual y encima secreto, sin mandato, van a controlar esa comisión. De ahí que en este proceso se necesite reconocer nuestra propia historia, que la soberanía se ejerce desde el cabildo, desde la Asamblea Comunal, porque es ahí el espacio en que se discuten los fundamentos del nuevo Estado, y en la nacional solo se especifica, se institucionaliza, se concretiza ese Estado, de acuerdo a esos fundamentos. Esto no lo sabemos como ciudadanía, porque esta experiencia la hemos investigado, pero la “historia oficial” no la cuenta, no hay nada para instruirnos en cómo debe actuar el pueblo soberano cuando quiere construir su propio orden social, no hay ningún texto de Historia, de Sociología o de Derecho Constitucional que enseñe a definir quién es el ciudadano soberano y cómo ejerce la soberanía, porque lo único que dicen estos textos constitucionales es que el ciudadano es el señor que tiene más de 18 años y puede votar –cuando le pidamos que vote– y que su voto es individual, sin deliberación, y de paso secreto, porque tiene que votar en una cámara secreta, donde hace una rayita que después se convierte en un número y no en un mandato con sentido real cualitativo, con sentido político verdadero; es solo una rayita.

El proceso constituyente que pide Chile es real, hay muchos cabildos abiertos muy desordenadamente instalados, dispersos; hay miles y miles a lo largo del país, pero no están organizados, por eso proponemos que se organicen al más breve plazo posible como asambleas constituyentes comunales y comience ahí la Constitución, de la forma que dijimos, piramidal, para que después venga la Asamblea Nacional. Eso no surge espontáneamente, porque venimos de una expresión masiva en las calles, espectacular por donde se la mire, gloriosa, con imágenes increíbles que quedarán para siempre en los libros y en todas partes, pero no sabemos exactamente la estrategia, la táctica, la ciencia de cómo construir un proceso constituyente soberano desde la soberanía misma, no lo sabemos hacer, nadie nos enseña, no hay textos, ninguna universidad enseña eso, solo enseñan a votar haciendo una rayita, voto secreto y de 18 años para arriba, ¡los que tienen menos de 18 no son ciudadanos!

Lo paradójico es que en la comunidad local quienes son los más activos, los más protagónicos, que más inciden son precisamente los menores de 18 y los niños, quienes son el centro de atención. El centro de preocupación principal son los niños, pero para los políticos, ser niño activo, ser niño querido, ser niño centro de mesa, no es ciudadanía; ser un joven que tiene toda clase de grupos de rock, punk, de lo que sea musicalmente, o colectivos de teatro callejero, de fútbol, de deportes, de robo, de drogadicción y hasta de tráfico, eso no es ciudadanía. Hay que aprender a ser ciudadanos desde niño a viejos y no solo cuando tenemos más de 18 para hacer una rayita secreta.

Ese es el gran desafío en este proceso chileno, que sabemos debe construir un paradigma, porque la tradición revolucionaria marcó la ruta por otro lado, por la vanguardia, por el partido, por la lucha armada, la violencia, la pura rabia, pero no por la creatividad, no por la inteligencia soberana, que es donde está el camino que se abre como posibilidad para el proceso chileno. Es un camino difícil, trabajoso y único, porque cargamos además con el imperativo del ya no podemos seguir perdiendo y lo sabemos, porque la memoria histórica que se ha acumulado de la derrota y las explotaciones que ha provocado, la victimización de la mayoría, es gigantesca; porque igual se sumó, por primera vez, una historia social que viene desde 1985 hasta el día de hoy, que es la que más se ha investigado, la que más se ha publicado, tenemos miles de libros de historia social denunciando estas cosas del pasado y del presente, a tal punto que es una ciencia peligrosa y por eso estos gobiernos, tanto los de la Concertación como el de Piñera, han tratado de eliminar la Historia de la Enseñanza Media. (Fragmento de la entrevista tomada de lahaine.org)