El Tupamaro Jorge Zabalza responde a Primera Línea Revolucionaria, de Chile en un libro breve del mismo título. Esta es su parte final.

Por otra parte, no cabe olvidar que el imaginario de una sociedad sin clases incluye la extinción del Estado. En teoría, el proceso revolucionario iría avanzando en la medida que el pueblo vaya organizando su poder y sustituyendo con organismos de poder popular las instituciones del Estado burgués, incluyendo sus fuerzas armadas. Los esfuerzos que fortalecen la institución armada contradicen el precepto teórico e internan el proceso revolucionario en un laberinto sin salida. Es un contrasentido apuntalar los cimientos del Estado, mientras se sostiene que se lo quiere demoler. 13 Ver Max Weber “El político y el científico”. Alianza Editorial. Madrid. 1967.

Si las agresiones exigen defenderse, pues hay que armarse para luchar, pero ¿la única forma de organizar la contra violencia popular es con otro ejército?, ¿no son posibles milicias de autodefensa popular que no tengan el propósito de convertirse en ejército regular? En última instancia, la clave de una salida insurgente estriba en aniquilar el ejército burgués sin construir y fortalecer otro ejército. Requiere abandonar viejas canaletas ideológicas que preceptuaban el desarrollo del foco guerrillero hasta convertirse en ejército. Por muy popular y socialista que sean sus definiciones, por mucho que haya surgido de las necesidades de hacer la revolución, ese ejército regular estará contribuyendo a consolidar el Estado. Un Estado que no será el burgués, pero, que de todas maneras no deja de ser un Estado, caldo de cultivo de grupos burocráticos, de estalinismos de varios tipos y de restauraciones capitalistas.

Las formas revolucionarias de la autodefensa deberían estar íntimamente vinculadas con las ideas del poder popular. ¿Por qué el empleo de las armas tiene que separarse del poder que constituye el pueblo, un poder destinado a desarticular el Estado? ¿Los organismos de base no pueden organizar el uso de las armas? Libres e iguales, todas y todos milicianos que trabajan, estudian y usan armas, ¿no es la forma de democracia más profunda en la historia? Todo parece indicar que el capitalismo encontrará la manera de volcar hacia abajo la crisis de la pandemia, la que provocó con su propia voracidad. Hasta los liberales más recalcitrantes auguran el crecimiento exacerbado de las desigualdades sociales, el hambre y la miseria. Si alguna condición faltaba para que los amortiguadores se atascaran, el COVID-19 las creó, demostró lo insuficiente y clasista de las soluciones a la pandemia.

En consecuencia, millones de mujeres y hombres engrosarán las filas de la bronca infinita y los deseos de sepultar el sistema. Para mantenerlos a raya, el Estado recurrirá a la violencia que monopoliza. Una vez más, parece que reinará la barbarie. Parece muy posible que algunos perciban condiciones para hacer la revolución y otros pretendan frenarla. Posiblemente, entonces, continuará la pugna ideológica. Ya viejo -y para peor, de alto riesgoespero que esta entrevista aporte puntos de vista que tiendan a buscar una salida insurgente a la mayor crisis social de la historia humana.