Cristian González*

Las ollas de la dignidad: “De la inoperancia de este régimen no se puede esperar mucho .

Menos, soluciones” .

“La dictadura era una pandemia peor: mataba, disparaba. En esta pandemia, si yo me cuido, me salvo”, murmura Enriqueta Leyton, vecina de Villa Francia, un barrio pobre de la comuna santiaguina de Estación Central con una larga historia de resistencia a Pinochet. Con 78 años, esta mujer revuelve una cacerola gigante en el centro comunitario Obispo Alvear. Aquí se inaugura una nueva olla común para la villa, que repartirá almuerzos todos los sábados. A la 1 de la tarde esperan la llegada de los vecinos y vecinas. Aún falta media hora .

Enriqueta prepara charquicán, un enjundioso plato chileno con carne, papas, arvejas y otras verduras. Para ella esta acción solidaria no es algo nuevo: en los años ochenta participó en una olla común que se levantó en Cristo Liberador, una comunidad cristiana ligada a Mariano Puga, emblemático cura obrero, recientemente fallecido, que jugó un papel preponderante en la defensa de los DDHH durante la dictadura. “Esa olla era más clandestina”, agrega Enriqueta, mientras fija sus ojos en el fogón .

Casi cuatro décadas después, Enriqueta vuelve a tomar un cucharón de palo para ayudar a combatir el desempleo y el hambre en su población. Ahora, sin embargo, cubre su nariz y boca con una mascarilla para evitar un posible contagio por covid-19. Quienes coordinan la instancia circulan por el estrecho espacio con overoles de plástico y escudos faciales. Pero en la cocina es difícil cumplir el distanciamiento social recomendado .

En la puerta de ingreso, mientras, las organizadoras asignan un número a cada vecina .

Llegan con bolsas de género reutilizables, ollas y otros recipientes. Aparece también una señora en silla de ruedas. El menú incluye plátanos, ensalada surtida y pan. Mientras la gente recibe sus almuerzos, otro grupo de voluntarios se dirige a los hogares de aquellas familias cuyos integrantes tienen movilidad reducida o son portadores del coronavirus. Sin contar las entregas a domicilio, se repartieron 129 raciones en la sede comunitaria .

“Me he cuidado harto de la pandemia. Por suerte tengo con qué sostenerme en mi casa: trabaja mi nieta y su marido, y yo tengo mi jubilación .

Pero acá vengo por un tema de solidaridad y compañerismo”, asegura Enriqueta.[… ] .

La olla: único mecanismo .

“Sin duda, la olla común no sería necesaria si en Chile hubiera un Estado distinto. Como acción solidaria y colectiva es irreemplazable, pero no tendríamos esta urgencia de las ollas comunes como casi el único mecanismo para que los hogares puedan alimentarse”, añade .

Según él, tanto la entrega anunciada por el gobierno de 2,5 millones de cajas de mercadería a la población más vulnerada como el ingreso familiar de emergencia en apoyo a los trabajadores informales son “medidas ciegas” que, además de no cumplirse, no apuntan a una solución estructural .

A cambio, el economista plantea la necesidad de establecer en un brevísimo plazo “una renta básica de emergencia de sustitución de ingresos. No pueden ser bonos. Debe cumplir un principio de universalidad, ya que los criterios de focalización no servirán: los hogares afectados son casi todos, y las herramientas del Estado para focalizar retardarán la entrega de esos ingresos” y fomentarán la corrupción y el favoritismo. “Llegarán a destiempo y la crisis se agravará” .

Otro principio fundamental,es el de la suficiencia: “No pueden ser montos testimoniales, ya que esta es una crisis inédita. El Estado debe respetar sus propias métricas, por lo que ningún ingreso puede estar por debajo de la línea de la pobreza” .

A mediano plazo, una de las propuestas de Kremerman comulga con el proyecto de ley presentado por algunos diputados y diputadas de la oposición, que busca fijar un impuesto a los “súper ricos” del país. De esta manera, piensa el experto, se puede obtener mayor recaudación fiscal y evitar que “la crisis la paguen los mismos de siempre: la clase trabajadora” .

Intercambio entre ellas .

En Herminda de la Victoria, una villa miseria nacida de una toma de terrenos en 1967, también se organizaron de forma autónoma. Y tal como lo dicta la historia, las mujeres llevan la batuta de la olla común. “De la inoperancia de este gobierno no se puede esperar mucho. Menos, soluciones”, dice Gema Ortega, dirigenta de la junta de vecinos número 13 de esta población, ubicada actualmente en la comuna santiaguina de Cerro Navia .

A pesar de ser diabética y pertenecer a un grupo de riesgo por el covid-19, Gema va dos veces a la semana a una feria libre, junto con otras vecinas, a recolectar alimentos para la olla común. Instalan un carrito típico de supermercado con una bandera chilena. Ahí llegan aportes de los pobladores y de los mismos feriantes. “Estoy metida ahí, tengo tres hijos y saco fuerzas de donde no tengo. No me puedo quedar en mi casa sabiendo que mi vecina no tiene”, dice Ortega, de 49 años .

La modalidad es compartir lo que les sobra y recibir lo que les falta, en coordinación con otras comunas de poblaciones aledañas como Digna Rosa y Yugoslavia. “Si por acá tenemos harto zapallo, ellas lo vienen a buscar. Acá no se trata de ver cuál es la mejor olla común”, precisa Gema sobre el espíritu que rige el intercambio .

Hasta la semana pasada, las vecinas entregaban almuerzos en la misma sede comunitaria. Pero, debido al alza de contagios por covid-19, a partir de esta semana resolvieron hacer sólo reparto a domicilio: los lunes y viernes llevan almuerzos a los hogares, y los viernes, pan amasado y sopaipillas (tortas fritas). La dirigenta recuerda que “al principio llegaba gente con mucha vergüenza a retirar su platito de comida. Otros ni siquiera se acercaban a la sede por el mismo motivo” .

Como sea, para ella es primordial frenar el aprovechamiento político de las autoridades de turno. Lo dice porque el martes 9 se filtró un documento oficial de la Intendencia de la región de Ñuble, al sur del país, titulado “Protocolo de difusión”, relativo a la entrega de la mercadería prometida por el gobierno .

En el manual recomiendan grabar imágenes de “funcionarios bajando cajas y entregándoselas a las familias”, además de “siempre valorar al presidente Sebastián Piñera” en las publicaciones en redes sociales. Eso sí, es enfático en “cuidar de no escribir” que el mandatario entrega las cajas, porque “la Contraloría está observando con atención” todos los textos que emanen de los canales oficiales .

Por lo mismo, concluye Gema Ortega, “a la única persona que le tenemos que agradecer es al poblador común y corriente que se saca el pan de la boca para ayudar al otro. A ese hay que felicitar y darle las gracias” .

*Fragmentos: Fuente Brecha y La Haine .