Mª Ángeles Fernández / https://www. pikaramagazine.com

 

27/11/2019. La comunicadora y defensora Marixela Ramos tuvo un papel clave en la lucha contra la expulsión de la minería metálica en El Salvador, a través de Radio Victoria.

Compartimos el dolor de defender los derechos humanos”. Marixela es comunicadora y defensora. Integrante de la comunitaria Radio Victoria de El Salvador, elemento central en la victoriosa lucha para lograr una ley contra la minería metálica en el país, es además vicepresidenta de la Asociación de Radiodifusión Participativa de El Salvador (ARPAS). https://www.facebook.com/arpassv/

Los doce años de lucha han quedado en el cuerpo y hay dolor y duelos”, recuerda la resistencia ante las mineras. “La lucha contra Pacific Rim nos tuvo en zozobra doce años. La comunidad de Santa Marta protestó y nos cuidó a las comunicadoras. Yo cubro la noticia, pero también soy parte de la comunidad”. Marixela no duda: “la comunicación es el centro de la defensa de los otros derechos humanos”.

 

¿Las radios comunitarias en la defensa de los territorios y contra los grandes capitales?

Que un pueblo en resistencia cuente con un medio de comunicación como aliado y como cómplice recupera una herramienta que hace mucho tiempo que le fue arrebatada: la comunicación comunitaria para los pueblos, pues la comunicación también se privatizó y está en manos de unos pocos. En la lucha de El Salvador, el papel que han jugado las radios comunitarias, como Radio Victoria, ha sido fundamental. Defendemos la comunicación como un derecho humano. Sin comunicación se pueden hacer muchas cosas, pero no se saben hacia fuera. En la lucha contra la minería en El Salvador, la radio llegaba a un público que no tenía acceso a talleres ni a formación. La radio juega el papel de devolver esa voz que se le arrebata a la comunidad. No es que los pueblos no tengan voz, es que se les ha arrebatado.

 

Tu labor hizo que recibieras amenazas.

Hacer una comunicación con libertad siempre va a tener amenazas. Los medios muchas veces nos quedamos al centro porque queremos ser imparciales, así se nos enseña a comunicar. Pero creemos en una comunicación que cuando se pone del lado de la gente reprimida y perseguida. Creemos que los medios no podemos decir ‘no estamos de acuerdo con’ porque dejamos de ser profesionales. Nosostros Hicimos periodismo comunitario desde el activismo, desde la comunicación.

 

¿Son las comunicadoras defensoras?

Me reconozco como defensora comunitaria y como comunicadora comunitaria. Hacer comunicación desde la academia es una forma de excluirnos de la comunicación. Todas y todos somos comunicadores, la comunicación no es una cuestión de periodistas o de licenciados en comunicación, es de todos y todas, podemos ser portavoces, altavoces de lo que piden las comunidades, así nos convertimos en defensores de la comunicación como un derecho humano y centro de defensa de los otros derechos humanos.

 

¿Comunicación sin comunidad, es comunicación?

Si vos no estás comunicando lo que la gente hace y rompes ese vínculo, tienes una comunicación fría, un poco deshumanizada. Hay que comunicar desde el sentir, es necesario descolonizar la comunicación. Nos han hecho creer que tenemos que comunicar de una manera neutral, sin sentimientos; estar vinculados a la comunidad nos hace llorar lo que llora la comunidad, y transmitirlo del modo en que habla la comunidad y no hacerlo desde una visión vertical de que yo soy el que manejo la comunicación y la comunidad está en un segundo plano. La comunidad está en primer plano y los comunicadores solo somos portavoces.

Una característica de las radios comunitarias en El Salvador es que nacieron de la lucha. La inspiración de las radios comunitarias radica en la historia de la Radio Venceremos que, en los 80 y desde la clandestinidad, mantuvo informada a la población civil perseguida. Las radios comunitarias en El Salvador vienen de una comunidad histórica que ha estado en el exilio. Hasta el 2016 no se reconocían los medios comunitarios; y con la lucha de las comunidades al defender la comunicación como un derecho, se reformaron 30 artículos de la ley de telecomunicaciones. Se reconocieron los medios comunitarios que existían y se cambió el mecanismo de acceso a las frecuencias, porque la única forma era a través de la subasta y de que quien daba más plata podía acceder. ¿Cómo una organización comunitaria o una organización de mujeres van a acceder si no hay plata? Se mercantilizaba la comunicación. Está tan privatizado el espectro radioeléctrico, que las 22 radios que integran la Asociación de Radiodifusión Participativa de El Salvador compartimos una sola frecuencia. Es una dificultad, pues los temas locales no tienen tanta incidencia en el ámbito nacional: cada radio tiene limitación; por ejemplo, Radio Victoria solo suena en el departamento de Cabañas, y así estamos fragmentadas.

La coordinadora nacional genera espacios nacionales y compartimos agendas, sin ser una programación. Falta mucho más. Que quien tenga frecuencias no las alquile para vivir de eso, porque la comunicación y las ondas hertzianas del espectro deben ser un bien de la humanidad.” (Extracto)