El neoliberalismo es una estrategia mundial del capitalismo en la actual época que ha demostrado no ser una alternativa digna para la vida de millones. De esto se dan cuenta cada vez más personas y crecen las dos posibles alternativas en la búsqueda del cambio social para superar el capitalismo neoliberal, Por un lado está la de sustituir al neoliberalismo por otra de las formas en que el capitalismo se presenta, como el neo- keynesianismo con fórmulas de desarrollo nacional combinadas con el extractivismo y la militarización.

Pero estas formas que mezclan el desarrollismo con el extractivismo son muy difíciles de lograr por las burguesías y menos darles una cara progresista duradera. Si bien les son necesarias para paliar la crisis múltiple, esta se encuentra con límites visibles: la larga depresión económica iniciada en 2008 y acelerada a finales de 2019; el desmantelamiento sanitario y educativo al grado de la profusión de pandemias, enfermedades y la carencia de investigación científica y educación crítica independientes; la crisis política de los Estados Nación, incapaces de aceptar la democracia participativa y menos la autodeterminación de los pueblos que se rebelan, particularmente en los países excesivamente endeudados y abandonados a su suerte por la fuga de capitales; y la crisis ecológica que acerca la hora del colapso de los ecosistemas en la mayor parte del mundo.

La alternativa contraria desde los pueblos es construir fuerzas y sujetos que cambien de raíz al capitalismo y el patriarcado por otro sistema económico social que además recupere con un sentido comunitario el metabolismo armónico de las relaciones humanas con la naturaleza.

Pese a sus crisis, el capitalismo obtiene mucha vitalidad, como el vampiro que extrae sangre del trabajo vivo de los pueblos trabajadores, como siempre ha hallado formas de superar sus crisis. Antes fueron acciones contra cíclicas en varios sectores productivos como lo fue la conversión de las industrias en maquiladoras del capital mundial y la expansión del crédito. Hoy la tendencia mundial es la reorganización tecnológica de la fuerza de trabajo para precarizarla aún más, cambia las condiciones de trabajo, de consumo y la vida misma de los pueblos trabajadores con sus amplísimos ejércitos de reserva que son los sin trabajo y de quienes se emplean bajo el outsourcing y en el nuevo trabajo a domicilio (tele trabajo) que desplaza personal y somete a nuevos controles y deshumanización. Pero eso no salvará al capital de la caída tendencial de sus porcentajes de ganancias.

A la par se utiliza otra vez el endeudamiento externo e interno de los Estados Nación, de las entidades y organismos gubernamentales y de la vida de los pobladores, que pierden sus ahorros de retiro y sus anteriores conquistas en educación, salud y seguridad social.

Además, el capital es promotor del narcotráfico y la delincuencia en todo tipo de negocios como fuente de financiamiento para los tiempos difíciles y obtiene beneficios de un autonombrado “capitalismo verde” que se encargado de “contener” a cambio de jugosas ganancias el daño ambiental, las enfermedades y pandemias que él mismo provoca por la explotación sin freno que realiza sobre humanos y los bienes de la biodiversidad. Es posible que encuentre una salida a los problemas para paliar sus efectos, acompañada del máximo control y guerra a los pueblos.

Existe una tendencia a que se produzcan fuertes conflictos regionales por la disputa del dominio mundial, lo cual lleva al empeoramiento de la situación de la población de los países dependientes o subordinados, tendencia que se transmite también a la población empobrecida de los países desarrollados, como ya ocurre con el despojo de las tierras de los indígenas canadienses y estadunidenses, y como puede verse por la reacción de los movimientos de mujeres, más los antirracistas, ecologistas y antifascistas en todo el mundo. Pueden verse, los estallidos sociales, las revueltas populares por el empeoramiento de la situación en los países tradicionalmente dependientes y su extensión a las metrópolis. Aunque la salida que la oligarquía busca es trasladar los problemas a los países neo colonizados con nuevos saqueos de sus recursos estratégicos y con la contención policiaco militar de las migraciones.

No existe aún una potencia económica que ejerza un dominio absoluto sobre las demás. Puede decirse que en el área de la economía es donde se desarrolla y concentra la principal lucha por conseguir el dominio mundial. El gobierno estadounidense así lo plantea al ver las amenazas que provienen de la competencia de China, la declinación de sus aliados europeos y el ambiente de protección y competencia que aparecen en su contra en América Latina y en Asia. Sin embargo, aún no hay competidor militar equiparable a la acumulación de armamento y reservas de energéticos en Estados Unidos, quien “vende protección” a las oligarquías de países y regiones del mundo ante conflictos internos que el imperio yanqui con sus aparatos de inteligencia promueve. 

El Estado-Nación ya no es el lugar en que se toman las principales decisiones económicas que afectan a las personas; pero eso no significa que no sea posible o que no tenga caso buscar un cambio revolucionario que confronte de manera particular al Estado-nación, no tanto para tomarlo o democratizarlo sino porque es obligado desmontar su maquinaria político militar e ideológica que obstaculiza la libre determinación de los pueblos, y si bien no es suficiente la acción en este ámbito (ver los movimientos regionales territorializados), eso no quiere decir que no sea necesario. Por lo tanto la acción revolucionaria en el ámbito del Estado-nación es condición necesaria, más no suficiente para la transformación social anti sistémica.

A pesar de ello y a contracorriente se ha demostrado que otras formas de vida social se pueden construir desde abajo. Existen posibilidades de construir relaciones sociales no capitalistas, por las experiencias que existen de crear otra economía y modos de vida y cultura de los pueblos y porque hay sectores inconformes con las relaciones capitalistas que buscan salidas autónomas y autogestivas y que son capaces de autogobernarse.