Por Alberto G. López Limón

Para la izquierda independiente, no alineada al Estado, el 26 de agosto fue instituido como el “Día del Desaparecido”. Todos los años los grupos de familiares y amigos realizan diversas actividades conmemorativas en recuerdo de sus seres queridos secuestrados por las fuerzas de seguridad, legales e ilegales, del Estado, exigiendo públicamente a éste, que sean puestos en libertad. Aunque en un principio se designó el 28 de agosto, así como “Día del guerrillero, al 23 de septiembre”, sin mayores ceremonias, más que las movilizaciones que los grupos celebraban, pronto se convirtió en una fecha que además de duelo es de lucha permanente, de expresión de la rabia ante la impunidad en que actúa el Estado y sus diferentes policías y militares. De recordar que muchos luchadores sociales ofrendaron su vida por tod@s nosotr@s, para construir un México socialista e igualitario; ellos y ellas, sin pedir nada sufrieron brutal tortura física y moral hasta extremos alejados de lo que nos hace seres humanos.

Aunque la lucha por algunos años se restringió a recordarnos y exigir justicia para la ciudadanía y sus familias reprimidas, la conmemoración luctuosa -lejos de ir perdiendo importancia y fuerza- prevalece al unirse esa demanda a los reclamos de miles de mexicanos que también después de la mal llamada “guerra sucia”, ya son parte no solamente del aspecto político el que los une, la lucha contrainsurgente contra la guerrilla urbana y rural de antaño, sino también a la respuesta del estado y los capitalistas a los movimientos que defienden la naturaleza, los derechos humanos, el territorio, la salud, la educación, contra los feminicidios, etc.. Hoy a quienes luchan por causas sociales básicas, se les incrimina como si fueran peligrosos delincuentes, ya son blancos de la política terrorista contrainsurgente del Estado que trata de intimidar a comunidades, colectivos y personas que se atreven a luchar en contra de sus designios.

A un año del relevo nacional en la cúpula del Estado, ¿Qué se ha avanzado en la resolución de los casos de desaparición forzada?

De los “históricos” de la “guerra sucia”, más de 700, ninguno ha sido presentado y menos liberado. De los otros casos, escasamente algunos se han presentado ante la opinión pública o Ministerios Públicos. La inmensa mayoría sigue sin aparecer, y cuando se descubren fosas clandestinas y centros con cadáveres siguen sin identificar, aparecen cuerpos sin vida de personas ejecutadas y se siguen levantando a más, en una actividad sin fin y sin vergüenza entre los poderosos.

Aunque algunos familiares se han organizados y manifestado por exigir se les dé una indemnización por su pariente, el problema de fondo no se resuelve. El perdón de los familiares no invalida la acción del Estado ni su acción de lesionar a la humanidad, es decir, el Estado está obligado a aclarar el destino del desaparecido.

Un humano no puede desaparecer y ser borrado. Dejó huellas de su paso al ser parte de la gran familia que es la humanidad. Se encuentra en el recuerdo de otro ser humano. Por eso la única solución del problema es que sean presentados con vida y liberados. Su mejor recuerdo es luchar permanentemente para que no se olviden, para que se conozca su trayectoria y vivencia, saber qué les motivo para hacer lo que hicieron, cómo lo hicieron y con quién, qué enseñanzas nos dejó. ¡Ni perdón, ni olvido desaparecidos presentación y liberación!