Jaime Galarza Zavala.

Envuelto en el oscuro drama de la pandemia, la crisis galopante, las abrumadoras noticias del desempleo masivo y los crecientes episodios de inseguridad, el pueblo ecuatoriano no se ha percatado de un hecho de graves proporciones ocurrido en su territorio entre el 4 y el 11 de noviembre; apenas sí alguna información fue divulgada a través de escasos medios.


La noticia que pasó desapercibida se relaciona con las “Maniobras Unitas” inauguradas y concluidas en Manta, en las cuales participaron doce países, nueve de América Latina más Francia, Italia y Estados Unidos, que comandó estos ejercicios navales de alto contenido bélico, pues se originaron en los años cincuenta durante la llamada Guerra Fría que confrontó a Estados Unidos con la entonces existente Unión Soviética, y que nos llevó más de una ocasión al borde del holocausto nuclear dado el poderío atómico de las dos superpotencias.

Las recientes maniobras no fueron un ejercicio inocente sino que se ubican en el campo de la nueva guerra fría, en este caso iniciada por el gobierno de Donald Trump contra la cada vez más poderosa China, cuyo crecimiento alarma a Norteamérica, máxime cuando las predicciones geopolíticas más severas e imparciales auguran que para el año 2025 China se habrá convertido en la primera potencia mundial de todos los órdenes dejando atrás a la orgullosa potencia del Norte.

Como signos iniciales de la nueva guerra fría tenemos la reiterada acusación de que China es la causante de la pandemia del Covid 19 que azota a la humanidad entera.  En este sentido, Trump no ha vacilado en calificar como “virus chino” al causante de la pandemia, y asegurar lo mismo, sin fundamento válido, que China fabricó el virus en sus laboratorios.

No para allí el pretexto para prender la candela: se afirma también que una inmensa flota pesquera de china de trecientos barcos circunda a nuestro Archipiélago de Galápagos, en gigantesco episodio de piratería marina.

Desgraciadamente para las nuevas generaciones la anterior Guerra Fría es completamente desconocida, por lo que esta segunda pasa desapercibida, con la circunstancia de que la mayoría de los medios y de los actores políticos no han hecho presencia para advertir al público del acontecimiento, para establecer cuya gravedad bastaría con citar las declaraciones del General Oswaldo Jarrín, Ministro de Defensa, que en el diario El Comercio de 14 de noviembre nos da a conocer que con estas Maniobras Unitas “Ecuador se insertó al sistema internacional” pues se adhiere prácticamente a la OTAN “Organización de Tratado del Atlántico Norte”, mecanismo de guerra dirigido por Estados Unidos y bajo el cual se establecería un triángulo de seguridad entre Ecuador, Colombia y Perú.

La única voz crítica que se ha escuchado al respecto es la del diplomático ecuatoriano Francisco Carrión, quien fuera Embajador de nuestro país en Washington hasta enero último.  Carrión señala una verdad, y es que el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) es un instrumento obsoleto, porque en verdad lo es, al menos para el Ecuador, que se retiró de dicho Tratado por decisión del gobierno anterior.

Por otro lado, cabe anotarse que a nuestro país le costó “medio millón de dólares el ser sede de estas maniobras” según el propio Ministro lo cual no se justifica de ninguna manera cuando el mismo Gobierno señala que no hay recursos suficientes para combatir la pandemia.

Más allá de este costo injustificable está el ocultamiento del tipo de maniobras que se efectuaron en Manta, nuestra costa del Pacífico, Galápagos y el mar territorial ecuatoriano.  Por supuesto, se argumentará que estas maniobras contribuirán a perseguir el narcotráfico que en los últimos años ha sentado sus reales en nuestra patria lo cual no pasa de ser un cuento deleznable.  Basta mirar el caso de Colombia país que por más de veinte años soportó la presencia de asesores, equipos, contingentes norteamericanos, con ese mismo pretexto y sin embargo Colombia terminó convertida en el mayor centro mundial del narcotráfico.

Estos hechos deberían alertar a la población, especialmente al pueblo manabita sobre las peligrosas perspectivas de que nos convirtamos en pieza de la maquinaria bélica de Estados Unidos, con todas las consecuencias de una contienda en la que no tenemos nada que ganar y todo que perder.