x Boro/ La Haine*

 

En la situación actual de pandemia global y Estado de alarma muchos nos preguntamos si estamos viviendo el principio del colapso del sistema económico como consecuencia de todos estos hechos. Sobre ese colapso del sistema capitalista y lo que vendrá después ha escrito el anarquista Carlos Taibo en una de sus obras “Colapso. Capitalismo terminal. Transición Ecosocial. Ecofascismo”.

Se habla mucho del origen de este virus, de si ha sido algo fortuito, de origen natural o si por el contrario ha sido introducido con fines geopolíticos ¿Qué opinión tienes tú al respecto?

No tengo datos fehacientes al respecto. Ninguna explicación me sorprende. Pero soy poco propenso a aceptar las tesis de corte conspiratorio. La miseria cotidiana del capitalismo contemporáneo, incluidas sus versiones estadounidense y china, es ilustrativa como para que no precisemos explicaciones especiales. Más allá de ello, creo que muchas tesis conspiratorias atribuyen al sistema que padecemos unas capacidades mayores de las reales, olvidan sus numerosas disfunciones y bien pueden tener, al amparo de llamativas paradojas, un efecto desmovilizador de las resistencias.

Lo primero es que, pese a afirmaciones como la que sugiere que la pandemia toca a todo el mundo por igual, salta a la vista que exhibe una rotunda dimensión de clase. Se ha señalado que sus efectos no son los mismos sobre los ricos, que pueden confinarse en sus mansiones en Marbella, sobre la clase media, acaso beneficiaria principal de esa farsa que es el teletrabajo, y sobre las clases populares, que las más de las veces tienen que seguir acudiendo a trabajar en condiciones infames. Pruebas y tratamientos se dispensan con arreglo a criterios visiblemente clasistas.

Si se preserva el escenario actual, cada vez más tétrico, dominado por el sindicalismo de pacto, el panorama de cara al futuro se antoja muy delicado. No está de más que agregue que, si nuestra situación es mala, aún peor lo es la de muchos de los habitantes de los países del Sur.

La indignación que se hace valer en estas horas ante las consecuencias, dramáticas, del deterioro de los sistemas sanitarios, ante la ineptitud de los responsables políticos y ante su subordinación a los intereses empresariales debería provocar una tensión fuerte, fortísima... Queda por determinar, si no asistiremos a la manifestación de un ejemplo más de memoria flaca y olvido rápido. Y si el flujo principal en los estamentos de poder en todo el planeta lo es en provecho de un proyecto ecofascista, está claro qué ocurrirá con la sanidad… A mi entender no es suficiente con defender los servicios públicos: esa defensa tiene que reclamar su autogestión y su socialización plenas.

¿El sistema aprovechará esta crisis para tratar de paralizar los movimientos disidentes y fomentar el individualismo frente a lo colectivo?

Entiendo que, lo que sucede (por ejemplo) en el Estado español es un experimento decisivo para calibrar qué es lo que pueden hacer con nosotras. Tanto en el despliegue de un proyecto aberrantemente estatalista, jerárquico, autoritario y militarizado como en la servidumbre voluntaria a la que se ha entregado buena parte de la población. Es verdad, con todo, que proliferan las iniciativas de apoyo mutuo que anuncian la irrupción de nuevos movimientos de resistencia empeñados en colocar lo colectivo en el núcleo de su acción y de sus preocupaciones. Qué interesante es recuperar el término ‘apoyo mutuo’. No descarto que el aparato represivo que padecemos aproveche la tesitura para deshacerse de realidades incómodas.

Es inevitable vincular el experimento mencionado con el horizonte del ecofascismo. No se olvide que en una de sus dimensiones principales este último bebe de la idea de que en el planeta sobra gente, de tal manera que se trataría, en la versión más suave, de marginar a quienes sobran –esto ya lo hacen- y en la más dura, de exterminarlos. Ya sé que es excesivo vincular lo que ocurre en estas horas con el despliegue ostentoso de un proyecto ecofascista. Pero no lo es, la sugerencia de que eso prepara el terreno y acrecienta los conocimientos al servicio de un proyecto de esa naturaleza.

La retórica de la guerra, y de los soldados, ha reaparecido con toda su fuerza, supuestamente al servicio de un proyecto humanitario, ya no externo, sino interno. Vuelvo a lo del ecofascismo. Un horizonte de esa naturaleza reclama, herramientas militares. Y exige ratificar la preeminencia de los países ricos sobre los desheredados de siempre. Habrá que estar muy atentas para identificar lo que, en este terreno, será un legado mayor del fortalecimiento represivo de la institución Estado al que asistimos en estas horas. Con Estados Unidos, como siempre, en cabeza.

Desde un punto de vista ecologista, ¿podemos aprender algo de esta situación?

Es cierto que asistims a una significativa reducción de la contaminación en el planeta, a un retroceso en el consumo de combustibles fósiles y a un freno salvaje de la turistificación. Hay que preguntarse si alguno de esos procesos, afortunados, ha venido para quedarse o si acabarán por retroceder. Actualmente, no obedecen a la lógica de lo que llamamos decrecimiento ni se ven acompañados de un proyecto social que apueste por la desjerarquización, la desurbanización, la destecnologización, la despatriarcalización, la descolonización, la descomplejización y la desmercantilización de mentes y sociedades. Otra cosa es que nos puedan servir como herramientas para subrayar las miserias del orden heredado y la imposibilidad de sostenerlo.

¿Qué alternativas tenemos la clase obrera y los movimientos populares anticapitalistas?

Las de siempre. Por un lado, colocar en el núcleo la discusión sobre el capital, el trabajo asalariado, la mercancía, la plusvalía, la alienación, la explotación, el expolio de los países del Sur, la sociedad patriarcal, las guerras imperiales, la crisis ecológica y el colapso. Por el otro, perfilar movimientos anticapitalistas que, lejos de la lógica de los Estados, coloquen la autogestión y el apoyo mutuo en el núcleo de su acción. Y sumar al acervo de esos movimientos muchos de los elementos propios de las sociedades precapitalistas. Ya sé que fácil no es.

Me parece urgente distinguir la solidaridad desnuda y espontánea que se ejerce desde abajo y la que, antes aparente que real, se despliega conforme a intereses ajenos y fórmulas autoritarias. Y hay que estar, claro, con los viejitos y las viejitas. *(Extracto de la entrevista)

Debemos hacer aquí un país.

Estamos a la entrada de una tierra

prometida que emana leche y miel

como una mujer.

De esta tierra es mi canto, mi poesía.

Pero todavía están las encomiendas

y cuando suena la campana

en la bolsa de Nueva York,

algo que vos no sabes, hermano,

te han quitado.

Sandino decía a los campesinos

algún día triunfaremos” y,

si yo no lo veo, las hormiguitas vendrán a contármelo bajo la tierra.

Las cosas son importantes,

pero más son las personas.

Hay tanto maíz que sembrar.

Tanto niño que instruir,

tanto enfermo que curar,

tanto amor que realizar,

tanto canto…

Yo canto a un país que va a nacer.


 

Ernesto Cardenal (Nicaragua, 1925-2020)

 

Oh niños que

viven en su ropita, canten.

Juan Gelman: La situación

La infancia y la adolescencia no es el futuro, es un aquí y ahora de la crítica situación mundial y nacional.

Una gran parte de las niñas y los niños es sometida al negocio capitalista del crimen: la trata de personas, que los incluye como mercancía sexual, que les viola, les asesina o arrebata órganos para su mercadeo, se les somete a la explotación (asalariada o hasta sin pago), les recluta para ser halcones, mulas, mensajeros o sicarios en las bandas criminales, les doblegan a las formas más infames del consumismo y la enajenación y, en muchas familias, son objeto de la violencia patriarcal ejercida por sus padres o por sus madres.

Si son niños y niñas migrantes de México o de los que transitanhacia los países del norte, son sujetos atanto alas redesde abuso y mafia, como reprimidos, enjaulados y rechazados por laguardia nacional y los policías como ha sucedidosde manera masiva en los últimos años.

Lo peor es que no se les reconoce que son seres enteros, personas completas, cual lo hacían y mantienen esa conductaalgunos pueblos ancestrales. Los profesores son entrenados para verlos como a-lumnos (sin luz, sin saberes), son masas a disciplinar en las escuelas o a maniatar con los fetiches del espectáculo, los juegos de guerra y las redes sociales más jodedoras.

Los círculos de protección institucional en su mayoría los tratan como tontos, débiles y sin capacidades, ni autocontrol, muchos son arrebatados a sus padres y madres.

Claro que no se trata así a toda la infancia y a la adolescencia, sin ser “perfectas, muchas chavas y chavos, chiquitos o medianos aprenden en sus casas, en el trabajo o en la calles a valerse por ellos mismos, aprenden a dudar, a curiosear, a crear y… aunque no le guste al sistema: a defenderse.

Escandalizar no los protege

Recientemente en México, 19 niños y adolescentes entre 6 y 16 años fueron convertidos en protagonistas de un escándalo que nubla la raíz de los problemas a los que se somete a las comunidades por la violencia.

Tras una más de las masacres que sufre el pueblo, y otra vez en la Montaña guerrerense, en el municipio de Chilapa, cuando 10 músicos fueron asesinados y 5 de ellos incinerados por uno de los cárteles más conocidos e impunes en Guerrero, Los Ardillos, sus comunidades y la organización que ahí ejercen la protección y la impartición de justicia, la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Pueblos Fundadores, CRAC-PF, decidió dar a conocer que esos 19 muchachos han sido entrenados para incorporarse como policías comunitarios en la defensa de su territorio y de la vida. Varios de ellos son huérfanos o familiares de los músicos asesinados y de tantos más ejecutados en esa región.

Además, la CRAC-PF dio los nombres y las señas de quiénes son y donde se mueven Los Ardillos y cómo extorsionan y violentan la vida en la región.

Pero la respuesta de todos los niveles de gobierno, de los partidos del sistema, los medios mercantiles y hasta las dizque organizaciones defensoras de derechos humanos, prefirieron voltear la mirada contra la participación armada y uniformada de los niños (con ropita sencilla, rifles y escopetas de mínimo poder). Nada efectivo hacen contra los asesinos y los poderes partidistas y empresariales que en Guerrero como en todo el país protegen sus negocios con paramilitares y aplican terror y contrainsurgencia contra los opositores.

El colmo de la desvergüenza

Desde la presidencia se declara sin recato: «Cuando veo esas cosas, es una especie de reto de fantochería, cómo actúan, se pavonean. Pero, también eso de formar a niños con armas y tomar video es un acto prepotente, no tiene nada que ver con la bondad, ni siquiera con el poder, porque el poder es la humildad. Esas actitudes y desplantes de prepotencia no sirven, no significan nada, hacen ruido. Vergüenza les debería de dar hacer eso, no se les va a aplaudir por eso». (Sesión “mañanera” del 31 de enero de 2019)

Mientras, se envía a la Guardia Nacional, al secretario de seguridad y al gobernador del estado a frenar la protesta comunitaria que bloqueó varios días los caminos anexos a sus comunidades (que son paso para el trasiego de droga y armas), se les intenta desarmar, y les ofrecen limosnas de despensa, la (lenta) entrega de los cuerpos de los masacrados y la promesa de poner resguardos contra los paramilitares. Pero estos siguen campantes en la zona y en sus retenes.

El canto de los muchachos

Muy pocos han intentado escuchar la palabra de los muchachos que forman parte de la mínima, pero legítima defensa de sus vidas y sus comunidades. Escuchemos lo que uno dice en la transcripción indirecta que publicó Tlachinollan:

Desde que se dio la balacera hace un año en el pueblo, cuando vinieron a querernos matar la gente de Los Ardillos, los señores dijeron que teníamos que organizarnos para defendernos. Ya no solo estaba el peligro cuando íbamos a Hueycatenango, sino en los caminos y en los cerros que están aquí cerquita. Por eso ya no pude estudiar la secundaria. Ahora tengo que ayudar a los señores más grandes en la vigilancia.” (…)

Yo no sé si eso también les pasa a los demás niños, porque aquí es como si fuera una guerra, donde cualquiera puede morir, así le pasó a mi primo y a los demás músicos. Quisiera irme lejos a trabajar, como hacen algunos paisanos en Estados Unidos, pero no tenemos dinero ni para llegar a México. Me tengo que aguantar, aquí con mis hermanitos y nos tenemos que cuidar y defender, porque en la Montaña nadie ve por nosotros.

Diario nos llegan amenazas de que Los Ardillos van a entrar a nuestro pueblo, por eso no podemos vivir tranquilos. Más bien tenemos que estar preparados para protegernos, para correr o para defendernos. Por eso, no solo la gente grande, sino también los muchachos y los niños tenemos que estar cuidando nuestro pueblo, porque ya vimos que el gobierno no nos protege. Aunque el ejército está en uno de los cruceros cerca de Hueycatenango, los que andan armados suben y bajan con sus camionetas y no les hacen nada”. (“Como si fuera una guerra”, 27 enero, 2020 Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan).

Niños y adolescentes de los pueblos saben que vergüenza es masacrar, despojar de su comida y sus tierras y explotar a las comunidades, y se van dando cuenta que los criminales desvergonzados están impunes y muchos hasta gobiernan.

 

Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado

 

Muchas veces hablamos de la descomposición social desde la posición de superioridad y privilegio, nuestra opinión está hecha de estereotipos porque creemos que los causantes de tal degradación son quienes crecen en la alcantarilla, en el lumpen, en la condición social de parias. Entonces vemos a ese adolescente marginado por nosotros mismos, al que le hemos negado una vida distinta y al que obligamos a robar un celular, una billetera o un radio de automóvil, como el culpable. Porque a la primera decimos que vienen de familias disfuncionales como si las de nosotros no lo fueran también, los señalamos de no querer trabajar cuando sabemos que los últimos en las clases sociales son los que sostienen al mundo con sus lomos. Y a él lo sentenciamos y en él depositamos todo nuestro clasismo, todo el racismo generacional y lo condenamos desde nuestras poltronas de quienes tuvieron el privilegio de la oportunidad.

Pero vemos como lindo cuando alguien se acerca a tomarse una foto con una niña indígena que vende arrestarías en la calle a la hora en que debería estar estudiando en la escuela, porque qué bonita su vestimenta y qué linda la persona que no le tuvo asco, que tampoco le compró pero le dio el privilegio a esa niña de que se tomara una foto con ella. O sea, pues. Eso es un ejemplo claro de descomposición social. Y hay miles más.

La gente que anda tomando fotos y expone a personas vulneradas en sus derechos: niños, adolescentes, adultos mayores vendiendo en la vía pública, en los mercados, sentados en la orilla de las banquetas comiéndose una tortilla con sal con la ropa empapada de sudor, lustrando zapatos, cargando bultos, o porque se acercaron a regalarles un pan con frijoles les tomaron una foto recibiéndolo o abrazados con ellos y creen que con eso ya tocaron el cielo con las manos sucias. El yo fulanito, yo menganita graduada de universidad, estudiante de universidad, empresaria me tomo una foto con este niño vendedor de chicles y la publico en las redes sociales, para que la gente vea que soy buena gente y abrazo a los parias sin que tema que me peguen los piojos. Y peor aún, la ola de comentarios aplaudiendo y alabando. Eso es descomposición social. Es la exposición del que está en necesidad para el placer de egolatría del que se cree superior. ¿Y si ese niño no ha comido en todo el día, cuántas veces comerá en la semana, dónde duerme, tiene familia, en dónde vive, tiene sueños? Eso no importa, solo la foto para el aplauso de las redes sociales. Pero como somos nosotros desde arriba desde la posición del privilegio quienes tomamos las fotos entonces no señalamos ni sentenciamos como al adolescente que roba un teléfono celular. Somos igualitos a los blancos que van de turismo a África y se toman fotos regalándoles dulces al puñado de niños negros en estado de desnutrición.

Es descomposición social la insensibilidad humana. Ver vertederos de basura llenos de familias viviendo y comiendo ahí y simplemente voltear hacia otro lugar. Saber que en los bares y casas de citas se viola a niñas, niños, adolescentes y mujeres y no hacer nada como sociedad para que no existan. Llamar trabajo sexual a la explotación sexual. Regatear a los campesinos que salen a vender su cosecha. Tener empleada doméstica, porque es privilegio de clase. Peor aún no pagarle el salario justo. Es descomposición social orinar en la vía pública, tirar basura en la calle, contaminar el agua de los ríos y lagos. Ser altaneros con los meseros, con los mensajeros, con las recepcionistas, con quien cuida el ascensor, con las personas del mantenimiento del edificio en donde trabajamos. No sentir el dolor del otro como muestro es un signo claro de descomposición social. Negar el derecho al aborto y al matrimonio igualitario también lo es. También lo es la vanidad, además de ser ignorancia pura.

Ver a las niñas trabajar de sol a sol en tortillerías y no hacer nada como sociedad para su realidad cambie. Saber que los trabajadores agrícolas no cuentan con derechos laborales, y ver cómo se pudren los cortadores de caña mientras los dueños de los ingenios de hinchan las bolsas junto a los banqueros con el beneficio de la explotación. Es descomposición social, elegir una y otra vez presidentes racistas, clasistas, corruptos, machistas, xenofóbicos, homofóbicos que alimentan la explotación del ser humano en necesidad, desde el Estado. Entonces, ¿quiénes somos nosotros para señalar al niño que huele pegamento todo el día y en la noche sale a asaltar?, ¿a la niña a la que su padre explota sexualmente todos los días para ir a comprar droga, ese padre que creció siendo explotado de igual manera y que solo eso conoce como medio de sobrevivencia?, ¿a la madre que trabaja todo el día en las maquilas y que no puede ver a sus hijos salvo en la noche cuando llega y los encuentra dormidos? Claro, hablemos de descomposición social, pero, no de arriba hacia abajo y haciéndonos responsables de la parte que nos toca.

William I. Robinson

 

El golpe de noviembre en Bolivia es solo el último episodio del resurgimiento de la derecha en América Latina. Publicamos la parte final de este artículo* en él, William I. Robinson analiza las causas estructurales más profundas de la retirada de la Marea Rosa y las esperanzas de una renovación del socialismo en la región.

Las crisis estructurales del capitalismo mundial han sido históricamente tiempos de agitación y transformación social sostenida. En todo el mundo, la espiral de crisis de la hegemonía parece acercarse a una crisis general del gobierno capitalista. Esto puede parecer contrario a la intuición ya que la clase capitalista transnacional y sus agentes han estado en la ofensiva contra las clases populares en todas partes. Sin embargo, el resurgimiento agresivo de la derecha en América Latina y en todo el mundo es una respuesta a la crisis que se basa en cimientos inestables.

A nivel estructural, la crisis se refiere precisamente a la existencia de obstáculos para la acumulación continua de capital y, por lo tanto, a la tendencia al estancamiento y la disminución de los beneficios. Dados los niveles de desigualdad sin precedentes en todo el mundo, el mercado global no puede absorber el aumento de la producción de la economía mundial, que está llegando a límites para una mayor expansión. El crecimiento continuo en los últimos años se ha basado en el consumo inestable impulsado por la deuda, la especulación salvaje en el casino global que ha inflado una burbuja financiera tras otra y la militarización impulsada por el estado, o lo que yo llamo acumulación militarizada, a medida que el mundo entra en una guerra global. La economía y las tensiones internacionales aumentan.

Si bien la economía global se tambalea al borde de la recesión, la economía de América Latina ya se había hundido en la recesión en 2015 y se ha mantenido estancada en gran medida hasta la fecha (incluso en Bolivia, que registró las tasas de crecimiento sostenido más altas durante la expansión, estas tasas comenzaron a contraerse en años recientes, obligando al gobierno a retirar reservas). La clase capitalista transnacional y sus contingentes locales ahora están tratando de restaurar la rentabilidad colocando la carga de la crisis en las clases populares a través de una austeridad neoliberal renovada. Pero es poco probable que la derecha tenga éxito. Los números de las encuestas del presidente brasileño Jair Bolsonaro están en caída libre, el neoliberal Mauricio Macri ha sido expulsado de las urnas y los gobiernos de Ecuador, Chile y Colombia han retrocedido en las medidas de austeridad.

La incapacidad de la derecha para estabilizar su proyecto llega en un momento en que la izquierda institucional / partidaria ha perdido gran parte del poder y la influencia que había ganado. Por lo tanto, aparece un abismo entre la sociedad civil y política. Ha surgido una evidente disyunción en toda América Latina, sintomática de un fenómeno mundial en la izquierda, entre los movimientos sociales de masas que en este momento resurgen, y la izquierda institucional y partidita que ha perdido su capacidad de mediar entre las masas y el estado con un proyecto viable propio. El escenario más probable es un estancamiento momentáneo a medida que las nubes de tormenta se juntan.

Si ahora es seguramente el momento de la solidaridad con las masas de latinoamericanos que luchan contra la toma de posesión de la extrema derecha, también debería ser un momento para reflexionar sobre las lecciones de América Latina para la izquierda global. La Marea Rosa, debemos recordar, llegó al poder no aplastando al estado capitalista sino por medios constitucionales y procesos electorales a través de los cuales asumieron la administración de los estados capitalistas. Destrozar al estado capitalista simplemente no estaba sobre la mesa. Sin embargo, tampoco es suficiente recordar la exhortación de Marx de que las clases trabajadoras no pueden apoderarse del estado capitalista y usarlo para sus propósitos. Dado el retorno violento de la extrema derecha, podemos sentir la tentación de considerarlo un punto discutible sobre si los gobiernos de Pink Tide podrían haber hecho más para lograr la transformación estructural, incluso si no hubiera posibilidad de romper con el capitalismo mundial.

Pero las lecciones aquí para la izquierda global son críticas. El asunto es una de las habilidades de los movimientos sociales de masas autónomos desde abajo para obligar a los estados a emprender tales transformaciones. Esto a su vez implica repensar las relaciones triangulares entre estados, partidos de izquierda y los movimientos sociales de masas. El modelo de gobernanza de la izquierda basado en absorber los movimientos sociales y subordinar la agenda popular al electoralismo y a las exigencias de la estabilidad capitalista conduce a un callejón sin salida, o peor, a la derecha. Es solo la movilización masiva desde abajo lo que puede imponer un contrapeso al control que el capital transnacional y el mercado global ejercen desde arriba sobre los estados capitalistas en América Latina, ya sea administrados por la izquierda o la derecha.

Cualquier proyecto de izquierda renovado en América Latina, como en todo el mundo, tendrá que ocuparse del tema de las elecciones y del estado capitalista. Hemos aprendido que subordinar la agenda popular a ganar elecciones solo nos preparará para la derrota, incluso si debemos participar en los procesos electorales cuando sea posible y oportuno. En mi opinión, si vamos a enfrentar el ataque actual de la derecha, la izquierda debe renovar urgentemente un proyecto revolucionario y un plan para refundar el estado. También hemos aprendido de la experiencia reciente del partido de izquierda Syriza en Grecia y de los gobiernos de Pink Tide (Marea Rosa) en América Latina, así como de los gobiernos socialdemócratas que asumieron el poder en todo el mundo a fines del siglo XX, que una vez que una fuerza de izquierda gana la oficina gubernamental tiene la tarea de administrar el estado capitalista y su crisis y es empujado a defender ese estado y su dependencia del capital transnacional para su reproducción, lo que lo pone en desacuerdo con las mismas clases populares y movimientos sociales que lo llevaron al poder. (Traducción de FL)

 

 

 

Herculana, una de las niñas hijas de quien también levantó las armas contra el cuartel de Madera en 1973. Lo dice desde la Normal, el único lugar de la bondad verdadera. Huérfana de un luchador señalado como terrorista, es recibida en la Normal :

Ya no me hacían preguntas, sólo me ofrecían solidaridad, cercanía. Era como en la Normal que los estudiantes de los grados superiores adoptaran a las de los grados inferiores porque entrábamos de 12 años y salíamos de 18. Éramos unas niñas y los grandes nos adoptaban, nos enseñaban a lavar la ropa, nos ayudaban a hacer tareas, nos consentían. Yo había sido adoptada por muchas muchachas mayores porque habían sido alumnas de mi papá y habían andado en las invasiones de tierra, en las luchas agrarias. Mi papá era su guía. Por eso me protegían y ponían atención en mí. Lo mismo los maestros de la Normal, pues algunos de ellos habían sido compañeros de mi papá desde que eran estudiantes y compartían sus ideas. Yo no sentí que me tuvieran lástima, sólo afecto. Sabía que estaban ahí. Sentía respeto, mucha protección, mucha solidaridad en la escuela, con los vecinos, con los compañeros de mi papá. Con Doña Herculana, que llegaba cargando sus costales de trigo o de melones, sandías, bueno. Aprendí que no había que llorar ni demostrar debilidad, que había que ser fuertes. Yo no me acuerdo de recomendaciones familiares, pero lo sabíamos mis hermanos y yo. Ahora, esta noche, pienso que siquiera mi papá tuvo hijos. Los otros murieron tan jóvenes, sin oportunidad de tenerlos. Hace apenas una semana murieron. Que mi papá tuviera hijos deberá tener otro sentido, tendremos que estar al pendiente, conservar la memoria, ser con el tiempo motores, mover, hacer algo. Me parece un gran desperdicio la muerte de esos hombres tan inteligentes y que no hubieran tenido hijos”

 

Carlos Montemayor (Fragmento)

Fracking es fractura hidráulica y quieren fracturar la tierra

es por eso que con gráfica decidimos hacerles la guerra

gases que se fugan por las grietas nos contaminan el aire,

es por eso que con métrica explicamos lo que no te explica nadie

750 sustancias químicas contaminan el agua,

 

es por eso que con lírica defendemos lo que más hace falta

Fracking es fractura hidráulica y quieren fracturar la tierra

es por eso que mediante el Hip Hop venimos a ponerte alerta (extracto) Tío Bad