En octubre se ha evidenciado que el actual gobierno se ha comprometido a la pacificación del país por medio de la militarización generalizada. Esto se expuso en el encuentro del pasado 3 de octubre de alto nivel político militar de autoridades mexicanas con representantes de Estados Unidos del mismo tipo. La Jornada publicó la grabación del encuentro, ahí el general Mendoza Ruiz señaló a los representantes estadunidenses: “Estamos ahorita en un proceso de desgaste muy fuerte; sin embargo, el soldado mexicano se desdobla, se esfuerza en satisfacer todos los requerimientos que ha hecho el Poder Ejecutivo”.
El mando castrense hizo un recuento del número de efectivos y la operatividad de la Sedena, funciona con dos fuerzas armadas, el Ejército y la Fuerza Aérea, explicando que se tiene una fuerza desplegada diariamente de 86 mil hombres, y que el traspaso de 40 mil elementos de la Policía Militar para la creación de la Guardia Nacional ha impactado las operaciones de esta institución. El Ejército transfirió 40 mil elementos para la Guardia Nacional, contaba con un total de 226 mil efectivos; el estado de fuerza se redujo a casi 180 mil elementos.
Otra tarea es el combate al huachicoleo, “por lo que las labores de vigilancia en ductos nos consumen hoy en día 6 mil efectivos permanentes, día y noche están vigilando los 11 ramales principales de ductos para seguir disminuyendo el robo de combustible”, comentó.
Al plan migratorio se han desplegado entre 10 mil y 15 mil efectivos a lo largo del territorio nacional. “Además de las acciones que se realizan en contra del cultivo de amapola que abarca zonas en el llamado Triángulo Dorado y en el estado de Guerrero”.
Para operaciones de intercepción, “tenemos dispersos en todo el territorio casi 8 mil efectivos en puestos de revisión en puntos estratégicos para tratar de contener, hoy en día no nada más el flujo de drogas, sino también el flujo de migrantes, además del personal asignado a la seguridad de instalaciones estratégicas”.
El general Mendoza dijo que se tienen 86 mil efectivos que operan diariamente y que tras la disminución de los 40 mil miembros destinados a la Guardia Nacional, la Sedena tiene “un efectivo que nos permite apenas mantener por un mes un despliegue y relevar al siguiente mes. Estamos ahorita en un proceso de desgaste muy fuerte; sin embargo, el soldado mexicano se desdobla, se esfuerza en satisfacer todos los requerimientos que ha hecho el Poder Ejecutivo.”  Estas declaraciones coincidieron con hechos que pusieron en duda la capacidad operativa de esa militarización: los migrantes en el sur, principalmente los africanos y caribeños, pusieron en alerta a esas fuerzas al reorganizar su caravana hacia el norte, denunciando el papel de contención del gobierno mexicano. La guardia nacional y el ejército los detuvieron sumando fuerzas en la frontera sur. Al mismo tiempo, se presentó en muchos lugares los avances de los megaproyectos: “sembrando vida” en los cuales s los viveros de árboles están bajo la conducción y trabajos de soldados; asimismo la vigilancia y el inicio de construcciones en la refinería de Dos Bocas, Tabasco y en el aeropuerto de Santa Lucía. Esto permitió ver que los militares también son protagonistas de esas construcciones y programas, no solo como vigilantes sino como fuerza de trabajo de diversas calificaciones, aunque la población de los pueblos contiguos ha expresado su rechazo.
En el plano del llamado combate al narco, el intento de detener para su posible extradición a Estados Unidos a los hijos del Chapo Guzmán en Culiacán, Sinaloa, rebasó cualquier medida: los del cartel de Sinaloa movilizaron a sus ejércitos coordinados en la región de Sinaloa y Sonora con tal eficacia que obligaron al gobierno a negociar la libertad de Ovidio Guzmán a través de la Sedena, pues en nada cuenta el secretario civil de seguridad, Alfonso Durazo. La Sedena tuvo que reconocer que hubo errores de planeación y ejecución en su operativo y siguieron el discurso del presidente López Obrador, que prefiere “evitar una posible masacre con daños colaterales” al aceptar liberar a Ovidio.
También se conoció que el gobierno de Estados Unidos,intervene con la DEA en las operaciones que “combaten a los cárteles de la droga”.
En ese contexto, varios expertos en seguridad nacional dieron a conocer: “que las fuerzas armadas no tienen el número suficiente de para cumplir tan diversas funciones” (el despliegue creciente de la militarización del país).
Además plantean la necesidad de mayores recursos financieros para el armamento, transporte y operación de los militares. Esto en tiempos de austeridad con recortes al presupuesto social y económico, demostraría otra contradicción del que se supone un gobierno progresista.
Oliva Posada, politólogo con simpatías por el ejército mexicano, declaró: “nuestro país tiene grupos castrenses muy reducidos y mal financiados: México es el segundo país que peor trata a sus fuerzas armadas, en términos del producto interno bruto, con 0.5 por ciento del PIB, y Guatemala es el único que nos supera con 0.4. Colombia destina 3.7, es decir, más de seis veces.” Pero la piedra de toque de esta campaña que oscila entre críticas y aplausos al gobierno actual, quien cuida la imagen del ejército y publicita su lealtad como “pueblo uniformado”, ha sido el discurso del General Gaitán Ochoa en el desayuno de altos mandos militares del pasado martes 22 de octubre. Ahí, ante el general secretario de la defensa nacional, tal cuadro con experiencia en contrainsurgencia y contra el terrorismo, dijo que en México la sociedad está polarizada políticamente “porque la ideología dominante, que no mayoritaria, se basa en corrientes pretendidamente de izquierda que acumularon durante años gran resentimiento”, y afirmó que “los frágiles contrapesos existentes han permitido un fortalecimiento del Ejecutivo que propicia decisiones estratégicas que no han convencido a todos”.
 Y advirtió que “¿quién aquí duda de que se está realizando, desde el Ejército y la Fuerza Aérea, el mejor esfuerzo? ¿Quién aquí ignora que el alto mando enfrenta, desde lo institucional, a un grupo de halcones que podrían llevar a México al caos y a un verdadero Estado fallido?”  En resumen, las contradicciones aquí enumeradas son: el ejército y la hasta aquí no nombrada Marina Armada de México y su hijastra la Guardia Nacional militarizada pasan por un período en el que con el apoyo y guía el gobiernos estadunidense, quieren aumentar su número, sus recursos y sus derechos, incluso poniendo a crítica las decisiones y reclamos que lastimen sus intereses como cuerpo profesional dedicado al monopolio legal de la violencia. La amenaza ya es visible.
Pero su despliegue en múltiples tareas, ya no puede ocultar que su principal tarea sigue dedicada a la inteligencia y a las operaciones de amplio espectro que realizan contra el pueblo que defiende su territorio, sus derechos y la vida.