Sergio Prieto Díaz*

Transformar el territorio

a través de las (in) movilidades

La frontera tradicional como espacio administrativo de soberanía y delimitación entre Estados-Nación se vuelve difusa en el contexto contemporáneo. Las negociaciones geopolíticas y las generosas facilidades a los megaproyectos del capitalismo global producen redefiniciones acordes con sus necesidades y objetivos, y tienen importancia crítica sobre los movimientos poblacionales, pues la condición de posibilidad de estos megaproyectos radica en que desplacen a quienes viven y resisten ahí, y atraigan e instrumentalicen a quienes fueron desplazados.

La multiplicación de megaproyectos en las regiones fronterizas entre México y Centro América plantea escenarios, retos y conflictos múltiples vinculados a procesos de (in) movilidad y migración ya presentes, en mayor o menor medida, en la Frontera Sur:

Desplazamiento de poblaciones originarias residentes hacia mercados laborales precarizados del turismo en Cancún y la Riviera Maya.

Retención y empleo precarizado de poblaciones indocumentadas del Sur global.

Expansión de colonias agropecuarias menonitas, intensivas en tecnología y agrotóxicos.

Nuevas poblaciones migrantes altamente especializadas (nacionales y globales), atraídas o vinculadas a los megaproyectos.

Militarización del control migratorio en la Frontera Sur mediante el despliegue de la Guardia Nacional, con soldados procedentes de distintas regiones del país.

Especulación, despojo y privilegio turístico: geriátrico, de fiesta, Escalera Náutica, de lujo…

Lo que ocurre hoy día en la Frontera Sur de México es una muestra relevante de problemáticas globales en las que los países históricamente dependientes siguen subordinados y sirviendo a los intereses geopolíticos de las grandes potencias hegemónicas (nacionales o mercantiles), así como de las estructuras multinacionales que las amparan. Las Naciones Unidas, la Organización Internacional para las Migraciones, la Conferencia Económica para América Latina, insisten en un “derecho a migrar” de forma “legal, ordenada y segura”. Esta retórica defiende una lógica funcional a la ocupación del territorio, la multiplicación de proyectos neo extractivos, y la generalización de mercados laborales precarizados específicamente orientados a población migrante. Frente a este discurso, una verdadera política de combate a las causas de la migración tendría que garantizar el “derecho a permanecer”, “seguro, tranquilo y feliz” donde se elija, no dónde se empuje. La defensa del territorio frente al neoliberalismo se convierte así en la primera línea de defensa frente a los procesos de (in) movilidad forzada.

Para ejemplificar la trascendencia histórica de los megaproyectos ferroviarios en la ocupación y reordenamiento de territorios, la producción de (in) movilidades, la definición de fronteras (físicas y simbólicas), y de forma más amplia, como vehículo no sólo de personas o mercancías, sino de visiones ideológicas o cosmológicas, sugiero recuperar el cuadro de John Gast, “American Progress” (1872). (Autry Museum of the American West, Los Ángeles, California).

Parafraseando a un clásico, la historia se repite primero como descubrimiento, luego como encubrimiento, después como colonización, y finalmente como colonialidad. Las perspectivas sobre las (in) movilidades que estos proyectos provoquen, dependerán en gran medida del lado en que cada quien esté, y hacia donde vaya o le empujen.

*Conclusiones del artículo del autor en el libro colectivo Panamá en Tehuantepec, Colonización ferroviaria en el sureste de México. Alainet, 2020.