Javier Hernández Alpízar

 

Debería ser obvio que todos los seres humanos tenemos, como dice la canción de Víctor Jara: ―el derecho de vivir en paz.

Sin embargo, en el planeta muchas comunidades y pueblos, especialmente indígenas, viven sometidos a una guerra de conquista y de saqueo de sus recursos naturales.

En Chiapas y en todo México, los pueblos y comunidades indígenas son agredidos por esa guerra. En este momento, esa guerra cerca a comunidades indígenas en Chiapas: a los desplazados de Aldama, a una comunidad del Congreso Nacional Indígena (CNI) en Tila, y también a otras comunidades en Oxchuc y en Cuxuljá, en Ocosingo, donde civiles armados (paramilitares) de la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo (Orcao) robaron café en grano y quemaron bodegas de indígenas bases de apoyo zapatistas.

La autonomía zapatista --y toda autonomía indígena-- es lo que atacan esos agresores en Chiapas y en otros territorios indígenas en México.

En Guerrero, sicarios del narco atacan al Concejo Indígena y Popular de Guerrero Emiliano Zapata CIPOG EZ, en el Zócalo, al llegar a la Ciudad de México la Caravana Nacional por una Vida Digna para los Pueblos Indígenas.

¿Pero qué es la autonomía y por qué la cercan militarmente y la atacan estos civiles armados llamados paramilitares?

Primero trataremos de explicar lo que son las autonomías comunitarias atacadas.

Autonomía es --define el antropólogo Gilberto López y Rivas-- ―regirse mediante normativas y poderes propios, opuestos en consecuencia a toda dependencia o subordinación heterónoma‖. Una comunidad autónoma se da a sí misma normas y gobierno. Por el contrario, la heteronomía le da a una comunidad reglas y gobierno desde el exterior, desde un poder estatal y/o corporativo.

Algunos elementos que caracterizan esta autonomía son: ―la lucha de los pueblos indígenas de América por la preservación de sus territorios, recursos naturales, saberes, identidades y formas de justicia y organización social por medio de autogobiernos que se fundamentan en la democracia directa y participativa.

Al hacer la guerra a los pueblos y comunidades indígenas zapatistas y del CNI, lo que los agresores quieren es acabar con la capacidad de los pueblos indígenas de preservar sus territorios, recursos naturales y saberes.

Es una guerra de despojo y saqueo: quieren arrebatarles su territorio y ponerlo al servicio de las grandes empresas transnacionales que se verían beneficiadas con los proyectos colonizadores de ese territorio.

Solamente del llamado tren maya, algunas empresas beneficiarias son BlackRock, Mota- Engil, China Communications Construction Company Ltd, Grupo Carso, Azvi, Gami y, en Chiapas, la Secretaría de la defensa Nacional –Sedena--. Varias de estas empresas están demandadas por corrupción en otros países.

Por ese carácter colonialista, Carlos Fazio ha dicho que estos megaproyectos – tren maya, corredor del Istmo, Integral Morelos, Dos Bocas, aeropuerto en Santa Lucía—responden a los intereses geoestratégicos de los Estados Unidos.

Chiapas es el estado más militarizado del país. Las otras regiones altamente militarizadas son indígenas y destinadas a megaproyectos: Oaxaca, Guerrero y Península de Yucatán.

La militarización, la paramilitarización y la guerra son los instrumentos para contener, reprimir y disuadir la resistencia contra esos proyectos colonizadores, destruyendo las autonomías y entregando a empresas transnacionales los recursos naturales, el territorio y la mano de obra indígena y migrante.

Las comunidades autónomas son las que pueden dar esperanza de sobrevivencia a los seres humanos ante el agotamiento de energías fósiles, recursos naturales, minerales, agua y tierras cultivables, ante el llamado cambio climático o calentamiento global y ante la sexta extinción masiva de especies animales y vegetales, con riesgo de extinción de la especie humana.

Así lo dice Dmitry Orlov, citado en el libro de Carlos Taibo, Colapso: ―Los grupos que muestran suficiente cohesión social, que cuentan con un acceso directo a recursos naturales y con suficiente riqueza cultural (en la forma de relaciones cara a cara y de tradiciones orales) sobrevivirán, al tiempo que los demás perecerán rápidamente‖.

Al atacar a las autonomías indígenas zapatistas, están agrediendo a un proyecto de futuro.

La guerra militar y paramilitar contra las autonomías indígenas es una punta de lanza más de la guerra de los grandes poderes mundiales contra la Madre Tierra y contra los pueblos del mundo.

En lugar de seguir destruyendo el entorno natural y agrediendo a las comunidades autónomas en resistencia, como hace más de 500 años, lo que hoy tenemos que hacer es defender la autonomía de las comunidades indígenas, parar el desarrollismo extractivista etnocida y construir autonomía en cada rincón del país donde nos sea posible.