Mauricio Flores

¡No vayas a Chinameca, Emiliano…! ¡No, no vayas… me late que ahí te han de matar…! —le dijo la hermosa Cirila apenas despejaba la nueva mañana.

Horas antes, en aquel cuartito de “una modesta casa de adobe revocado con cal y piso de ladrillo, en el punto que se denomina “Agua de patos”, una ranchería cercana a Chinameca”, el caudillo agrario había tenido un sueño. Hipnosis que parecía brotar, así como el agua calma, de un pecho con la respiración pausada, larga y tranquila. Visiones de una ofuscación que le hacían “encarnar sus labios en una leve sonrisa”.

Sí. Emiliano Zapata sonríe…, sonríe ante la confusión y la muerte.

Un Zapata (8 de agosto, 1879—10 abril, 1919) legitimado en Tierra y libertad, el guion cinematográfico que escribiera José Revueltas hace casi sesenta años, y que permaneció inédito casi dos décadas hasta que la investigación diligente y amorosa de Andrea Revueltas y Philippe Cheron lo incluyó en las Obras Completas (Tomo 23). Junto a éste, el escritor dejaría numerosas adaptaciones y textos sobre cine sin llegar a filmarse.

Tierra y libertad —escribieron Andrea y Philippe—, era un guion al que Revueltas le tenía un especial cariño. El libreto mimeografiado (por Producciones Chapultepec S. A.) que sirvió para la transcripción no tiene fecha, no obstante, una etiqueta encontrada en los papeles del autor —que iba probablemente en la carpeta que contenía el original— nos la proporciona: octubre-noviembre de 1960”.

En tan sólo dos meses, Revueltas terminaría este guion, muy probablemente una forma de “ejercicio alterno” a los proyectos que para entonces desplegaba: el Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, la publicación del volumen de cuentos Dormir en tierra, así como su rompimiento con el Partido Comunista Mexicano, su ingreso al Partido Obrero Campesino Mexicano, la formación de la Liga Leninista Espartaco y su inminente viaje a Cuba, luego del triunfo de la Revolución.

De igual forma, la redacción de Tierra y libertad fue algo así como una reafirmación personal con el mundo cinematográfico, luego de haber participado en grandes momentos, donde destacan la autoría de libretos como el de La ilusión viaja en tranvía, de Luis Buñuel, hasta “llegar al límite” y trabajar en la adaptación de “astracanadas dirigidas” por Benito Alazraki, Las hermanas Karambazo y Con quien andan nuestros locos, dixit Emilio García Riera.

 

Centuria y recuerdo

Ahora que se conmemoran los cien años del asesinato de Emiliano Zapata, pilar de la Revolución llevada a cabo entre los años diez y diecisiete del siglo XX, el gran proceso de transformación del país y otra de las precuelas de los actuales días de esperanzados cambios, nada mejor que volver al Zapata revueltiano. Personaje de ideales e ímpetus que en Tierra y libertad se anotan y destacan tanto desde los más personal hasta los referidos a sus motivaciones socio-regionales, la inserción en el proceso general y hasta la dudosa sobrevivencia surgida de la voz popular.

Ese Zapata, una de las más simbólicas figuras de la historia nacional, que Revueltas ubica en su pueblo de Anenecuilco, en sus encuentros con Francisco I. Madero y la llegada a la capital y en su inescrutable camino a la muerte. (Texto para llevarse a la pantalla cinematográfica, sí, pero que puede leerse como una gran novela, otra más de las entregadas al canon literario mexicano por el autor).

 

Sombrero de charro

La imagen exterior, al atardecer, bosqueja la ciudad de Cuautla:

En medio del escuadrón, sin jinete, marcha orgulloso un caballo alazán. Pero no es que carezca de jinete: doblado sobre la silla y fuertemente amara ella con una soga, se advierte el cuerpo de un hombre. No se podría decir de qué hombre se trata: la cabeza vencida, el cabello caído y los brazos colgantes, inertes, indican tan sólo que el hombre está muerto. Sobre la cabeza de la silla del alazán está sujeto el sombrero del muerto: un gran sombrero de charro con un águila bordada en la copa”.

Principio cinematográfico que sucederá a la circularidad del filme imaginado, muerto Madero, logrado el pacto constitucionalista y replegadas las fuerzas pequeñoburguesas. Fatalidad para el zapatismo y su relación con el Estado, así, con mayúscula inicial, ese movimiento de masas (encabezado por el caudillo agrario) que explica así uno de sus analistas (Adolfo Gilly):

El zapatismo no se planteaba, obviamente, la cuestión del Estado ni se proponía construir otro diferente. Pero en su rechazo de todas las fracciones de la burguesía, en su voluntad de autonomía irreductible, se colocaba fuera del estado. Su forma de organización no se desprendía o se desgajaba de éste: tenía otras raíces. Y quien está fuera del estado, si al mismo tiempo decide alzar las armas, se coloca automáticamente contra el Estado”.

Disolvencia a…

La advertencia está hecha: ¡van a matarte!

¿Qué pasa? ¿Oíste algo…? —le pregunta Zapata a Cirila.

No, Milano… No he oído nada, sino que me avisa el alma.

¿Cómo es ese aviso, Cirila…?

Lo soñé… Pero te veía clarito, en un mar de sangre… la cabeza despedazada… y atravesado a tiros como si fueras un cedazo.

Se escucha el canto de un gallo —avanza el guion revueltiano—. Sentado en el borde la propia cama (Zapata) comienza a ponerse los zapatos y enseguida las espuelas” y (sacudiendo la cabeza) dice:

Si me van a matar… es que iba a suceder, en Chinameca o aquí… La muerte se nombra como uno, cuando llega, y no hay modo que te escapes… Yo tuve un sueño muy raro… como de diablos y animales que nunca había yo visto… Pero no creas que era malo… Eran caballos de fierro que araban los campos, manejados por Tepepa, Torres Burgos, por Casales… que nomás iban risa y risa del espanto que me causaban.

¡Hasta el señor Madero entre ellos! Luego unas tinotas grandes, de piedra, con harta agua dentro, pa´ regar una infinidad de campos que no te puedes imaginar… unas tinotas tan grandes como cerros, que a mí me parecían hechas para que se bañaran los gigantes… Y miraba que la tierra era de todos… y que todos se miraban contentos… Yo me decía: ¿pos ´onde andaré? ¿Será esto México? ¡Y era México, era México, era México!”.

¡Te matan, Milano…! ¡Ora sí lo sé de cierto…!

 

José Revueltas, Tierra y libertad. Guion cinematográfico, ERA, México, 1981, 182 pp.

@mauflos ( La Jornada de Oriente digital)