Jorge Riechmann

Para concluir: volvamos a la pregunta inicial

La maldición para la Tierra es una masa de capitales, en manos de una exigua minoría de inversores y “desarrolladores”, escrutando hasta el último metro cuadrado sobre el que podrían abalanzarse para obtener beneficios. La imagen del enjambre de langostas no resulta desatinada.

La biosfera se las arreglará sin nosotros. Pero nosotros –la especie humana— no podemos arreglarnos sin la biosfera: sin ecosistemas sanos, diversos y productivos.

Hay una “ley” informal de Pollard sobre la conducta humana, una variante de aquella familiar observación sobre cómo solemos posponer indefinidamente ocuparnos de lo importante para centrarnos en sacar adelante lo urgente: “Hacemos lo que hay que hacer (los imperativos personales inevitables del momento), luego lo que es fácil y por último lo que es divertido. Nunca queda tiempo para hacer las cosas que simplemente son importantes.”66 33

¿Podremos comportarnos de verdad como seres racionales frente a las dificultades existenciales a las que hacemos frente, en vez de ceder a tales inercias de conducta?

A los más les preocupan los presupuestos, la gestión, el beneficio, los programas, los proyectos, el desarrollo y el crecimiento económico; y a los menos nos preocupa el terrible impacto del ser humano sobre la biosfera, y la pregunta por la vida buena.

Volvamos a aquella nuestra interrogación primera: ¿dónde estamos? Y reiteremos: no ya en un mundo vacío, sino en un mundo lleno. Ahora vivimos --y seguiremos viviendo en el futuro-- bajo constricciones ecológicas globales.

Autocontención quiere decir: autoorganización de personas, grupos sociales, estados y “comunidad internacional” para vivir bien sin sobrepasar los límites biosféricos (las capacidades regenerativas de la Tierra). Sostenibilidad es esencialmente suficiencia y autocontención.

66 Citada en el blog de Antonio Turiel The Oil Crash, entrada “Eefecto invernadero y cambio climático”, del 7 de junio de 2013.