Todos los medios mexicanos y buena parte de los del continente con marcado interés en Estados Unidos, dedican espacio y tiempo a la andanada de amenazas de Donald Trump contra México, los migrantes que intentan asilo en su país y a los mexicanos y su gobierno. Cada actor en el poder (presidentes de EU, México y Centroamérica, legisladores, partidos, empresarios, medios) hacen resonar sus intereses en una coyuntura mundial de guerra por las ganancias y el control comercial, migratorio y de desposesión de territorio.

 

 

La dependencia a Estados Unidos

 

Dentro de la extrema violencia y abuso del capitalismo gringo contra el mundo, se debate la estrategia de su hegemonía sobre países como México y Centroamérica y cuando las consecuencias de su política han generado una de las mayores oleadas migratorias que se organiza colectivamente desde Centroamérica, principalmente en Honduras, pero que reúne flujos de personas de Sudamérica, el Caribe y países de África y Asia.

 

Ya sea republicano o demócrata, conservador o liberal, los partidos del sistema imperialista yanqui consideran como su patio trasero a México: lugar para tirar basura contaminante, para apoderarse de mano de obra barata, para implantar una falsa “guerra a las drogas” que asegure la producción y trasiego de las mismas ante los cambios incluso legales en los mercados de consumo, en los mercados de armas, en las sedes donde el dinero del negocio criminal se lava y produce grandes rendimientos y para detener la insurgencia popular en Nuestra América. Y sitio de saqueo.

 

 

Ellos debaten estrategias y tácticas en una coyuntura electoral en la cual Trump y los republicanos acometen contra otro enemigo de papel: el comercio mexicano el control funcional inmediato de la ola migratoria hacia su país, mientras, por otro lado, los congresistas demócratas ponen condiciones al nuevo Tratado de Comercio con México y Canadá (T-EMEC), y presionan para que los múltiples actos fallidos de Trump como presidente sean castigados antes de que vuelva a triunfar en las próximas elecciones con marrullería racista y anti migratoria. Para los demócratas, México y la ola migratoria pueden ser controlados con tratados, acuerdos militares y proyectos de jugosas inversiones en países del Triángulo Norte de Centroamérica y en México. Pero, también presionan por soluciones visibles para que los estadunidenses en espera empleo y consumo vean efectivos los cambios comerciales y migratorios, pues saben que el racismo de Trump y el de la tradición intolerante entre las capas medias y de trabajadores desplazados les llevan ventaja.

 

 

La respuesta del gobierno mexicano

 

El hecho de que Donald Trump haya amenazado con poner aranceles, de 5 y escalando hasta 25% a partir de junio, a todos los productos mexicanos que entran a Estados Unidos, si no se frena la llegada de migrantes hasta la frontera México estadunidense, agrava el conflicto e incapacita a la diplomacia arrodillada que ha utilizado el Estado mexicano.

 

Las aspiraciones de diálogo y convencimiento de Andrés Manuel López Obrador pretenden separar los aspectos comerciales de los migratorios. Pero está obligado a que el E s t a d o d e l v e c i n o imperialista le acepte su plan de control migratorio basado en el esquema de seguridad, combinado con inversiones y avalado por la CEPAL para los países centroamericanos y la zona sur sureste de México.

 

El gobierno de México aplica desde la aparición de las caravanas masivas de migrantes una regularización confusa y desgastante, división de familias, persecución y deportación, más la promesa de extender una “cortina” de empresas, megaproyectos, transportes de mercancías y una fuerte militarización que contenga a los migrantes en la zona sur como posibles empleados. Declara el “respeto” a los derechos humanos de lxs migrantes, pero no cumple.

 

 

Dos viejos propósitos y un manotazo

 

Son dos viejos propósitos del capitalismo para México los que están en juego a mediano plazo: balcanizar el país, dejando lejos o cercadas a las comunidades y pueblos en resistencia a los megaproyectos de saqueo de riquezas al país y, de desposesión a pueblos originarios, mestizos, rurales y urbanos; el segundo objetivo es ofrecer infraestructura estratégica al capitalismo global con un canal seco entre los océanos en el Istmo de Tehuantepec que atraiga capitales y ofrezca ganancias superiores a los canales de Panamá y el proyectado en Nicaragua.

 

Trump da manotazos apoyado por el Pentágono y sus órganos de inteligencia y toma la iniciativa. No le hace caso a AMLO y quiere que la “cortina” anti-migrantes se cierre en la frontera con Guatemala. Utiliza al presidente de ese país, el fascista Jimmy Morales, para que 80 agentes militares y de inteligencia, en acuerdo aún sin publicar, asesoren y comanden a autoridades migratorias guatemaltecas e infiltren, dividan y repriman a las grandes columnas de migrantes para causar terror en la mayoría y hacer algunas detenciones de supuestos y reales delincuentes y coyotes. La otra acción es exigir México auditoria de lo realizado por el Instituto Nacional de Migración mexicano para controlar el paso a hacia el norte de los migrantes, pidiendo no solo cifras, sino identidades.

 

El gobierno mexicano a lo más que se ha atrevido es a enviar una carta a Trump firmada por López Obrador, en donde la frase más fuerte es: “La idea de ‘Estados Unidos Primero’ es una falacia”, pero esta verdad la plantea AMLO como base para que prive el “libre comercio”, el diálogo y la política, Su reiterado deseo de “seguir siendo amigo de Donald Trump” y del pueblo de Estados Unidos, ha sido satirizado por Trump. La delegación diplomática enviada a Washington fue puesta en sala de espera y el domingo 2 de junio fue descalificada porque según Trump “nos han hablado por 25 años... queremos hechos”. La cita para la primera semana de junio, días antes de cumplirse el plazo para el primer paso de la amenaza de 5% de impuesto a todos los productos mexicanos que entren a Estados Unidos será la prueba.

 

Las cartas y los tuit intercambiados solo calientan el ambiente desfavorable para los modos de hacer política de ambos presidentes.

 

 

La lucha desde los pueblos

 

En esta lucha comercial, el gobierno de México tiene como aliados en EU a empresarios, algunos republicanos y posiblemente a más demócratas. Se asegura que los empresarios importadores de productos mexicanos, empresas con inversiones en México y consumidores estadounidenses, estarían a favor de no imponer y escalar los aranceles a las mercaderías mexicanas y con ello la inflación.

 

La aplicación de esos aranceles devaluaría con mayor celeridad el peso ante el dólar. Por eso han dicho exportadores mexicanos, que ellos no perderán pues recibirán más pesos por sus ventas, aunque algunos pierdan competitividad en segmentos del mercado gringo. El tiempo está a favor del programa de Trump, pero si los efectos en los consumidores son altos y le reducirán la simpatía entre los electores y tendría que ajustar sus acciones. La sumisión del gobierno mexicano daría votos a Trump.

 

En México, los importadores en apariencia serían los perdedores inmediatos de esta escalada comercial. Pero muchos de esos empresarios son integrantes de las Cámaras México Norteamericanas de Comercio y saben trasladar los sobrecostos a los consumidores, al pueblo trabajador mexicano y a empresarios pequeños. De cumplirse la amenaza, en los dos países la “guerra comercial” afectará a los consumidores y traerá menos dinero para inversiones públicas en México y para el muy recortado gasto social.

Pero los afectados a corto, mediano y largo plazo en este conflicto entre capitalistas son los pueblos mexicano y centroamericanos, primero los migrantes que huyen de la miseria y las violencias, pero también los pueblos originarios y las comunidades cercadas por las cortinas de mega proyectos, de militares y paramilitares que buscan el control de la población y la contención de la resistencia y la rebeldía de millones de personas y comunidades afectadas por el capitalismo y sus Estados. En territorios con bases del EZLN y con comunidades y organizaciones anticapitalistas y antipatriarcales dentro y fuera del Congreso Nacional Indígena.

 

Un escenario diferente y en sentido contrario sólo puede surgir de la decisión consciente de luchar como pueblos, hermanados, unidos y organizados contra el capitalismo y sus políticas gubernamentales.

 

La labor de pensar, decidir, organizarse y crear un movimiento en defensa de la vida y contra la guerra en todas sus formas, necesita acelerarse con una política de acción emergente y construir la defensa estratégica de los territorios, la protección de las vidas y los derechos de pueblos asentados y de los migrantes en los espacios violentados por el capital depredador, racista y sus malos gobiernos.

 

La lucha contra el capitalismo no tiene fronteras.