Pedro Castillo Salgado

La Teoría de la Guerra es determinante para entender muchas cosas, y más, para entender las luchas del proletariado. La primera forma de organización de la clase obrera fueron las mutualidades; ¿cuáles fueron sus características? Solidaridad (entre todos los miembros de la mutualidad), Independencia (del Estado, éste no tiene por qué meter las manos en la mutualidad), Soberanía (las bases tienen que participar en la organización), Democracia participativa (es la que permite la soberanía, porque busca la participación de todos), Revocación de mandato (para que no se eternicen los malos líderes) y Ética política (actuar con rectitud, transparencia).

Una mutualidad nace con esos elementos y los fortalece en su desarrollo; cuando a una mutualidad le falta alguno de ellos, se cae, deja de ser mutualidad. Un ejemplo de la importancia de que no falte alguno de los elementos que componen una mutualidad es lo que se le llamó “parque de palo” en el ejército villista; éste traía carabinas en perfecto estado: las balas de plomo, los casquillos, el percutor, sus partes estaban en perfecto estado, pero en lugar de pólvora, las balas contenían aserrín. Por ese faltante (la pólvora), los villistas perdieron una batalla.

Cuando los trabajadores se dan cuenta de que organizados, no sólo pueden ayudarse mutuamente sino que también pueden plantear algunas reivindicaciones, es cuando nacen los sindicatos con los elementos de las mutualidades, esos son sus cimientos.Después se perfeccionan al agregár otros elementos, entre ellos, la lucha por reivindicaciones económicas (jornada de trabajo, prestaciones, aumentos salariales, etc.), al relacionarse políticamente y alcanzar una participación política partidaria incipiente. Lo que significa su máximo desarrollo es la fusión (no la suma) del movimiento obrero espontáneo con la teoría del comunismo científico, que es cuando se da el salto de clase en sí a clase para sí. Con esta nueva visión es que se plantean alcanzar una sociedad donde no haya explotación del hombre por el hombre. Este proceso sintetizó Lenin, y le permite hacer la revolución con los sindicatos que habían alcanzado ese nivel de maduración.

El enemigo estudió el proceso seguido en Rusia y se dio cuenta que, lo que le dio la ventaja a Lenin fueron los sindicatos, entonces decidió ya no permitir sindicatos. Así de sencilla es la teoría de la guerra. Si no la manejamos, no lo entendemos. A partir de esos momentos se comenzó a desnaturalizar el sindicalismo, hasta desaparecerlo, anularlo. Basta con que le quiten un elemento a un sindicato, como a un arma, para que ya no sirva para nada. El enemigo dice “ya no voy a permitir que existan sindicatos, ahora vamos a tener anti-sindicatos, les vamos a quitar la independencia, la soberanía, la democracia participativa”, por eso decimos que lo que tenemos en México no son sindicatos, son órganos corporativos de control del Estado hacia los trabajadores, o sea, estructuras que prolongan el poder del Estado.

Para garantizar el papel de encomenderos de esos anti-sindicatos, se van creando leyes y las que existían se desconocen y de esa forma se va legalizando el corporativismo. El Estado pone al frente de esos órganos corporativos a verdaderos encomenderos y les dice “tú te vas a encargar de controlar a esta parte de la clase trabajadora; para ello vas a tener el apoyo del Estado, tú vas a ir administrando los pocos derechos que les vamos a dar”. El líder impuesto ejerce el terror, por eso el miedo está latente en los trabajadores, los líderes tienen la sartén por el mango, administran derechos, la vivienda, los préstamos, etc. Como la clase obrera desconoce otras posibilidades, busca sus beneficios a través de esos líderes. Los que estaban llamados a mostrar otras visiones del mundo se convierten en enajenadores.

En el 68, el proletariado mexicano vivió un periodo de acumulación de fuerzas. Las bases asumimos nuestra responsabilidad histórica. No para que nos dictaran lo que teníamos que hacer y recuperamos aquello que nos había sido quitado por parte de la clase dominante: la independencia y, sobre todo, la soberanía de la base. Al actuar así, negamos otra alternativa de organización: la burguesa. No fue que tomáramos la organización burguesa y le hiciéramos adecuaciones, porque de esa manera el corporativismo se mantenía; la negación no es metafísica sino dialéctica. Se trataba de cambiar totalmente la forma de organización, no de perfeccionar el corporativismo, tampoco de criticarlo de manera metafísica; la negación dialéctica lo borra, lo desaparece con otra forma que responde a los intereses de las bases, de la clase. Por eso, cuando escucho a compañeros que se aferran a cuestiones sistémicas, o como quienes tratan de darle consejos a AMLO, digo que están pensando metafísicamente. ¿A dónde vamos a parar con esa metodología? Si se tiene la capacidad de manejar un pensamiento crítico dialéctico, uno puede imaginar la realidad de un modo completamente diferente a como lo manejan compañeros con pensamiento crítico metafísico y, más aún, como lo hace la burguesía.

Necesitamos tomar conciencia de los elementos que debe tener una organización para llamarse sindicato y no decirle sindicato a un órgano corporativo de control del Estado.

El movimiento del 68 negó dialéctica e históricamente la forma corporativa estudiantil que eran las sociedades de alumnos, no podíamos convertirnos en dirigentes de sus organizaciones corporativizadas, teníamos que impulsar una forma nueva que le permitiera a los estudiantes luchar por sus reivindicaciones. Eso tenemos que hacer ahora, impulsar las formas que les permitan a los trabajadores construir verdaderos sindicatos, con base en los elementos que manejaron las mutualidades y con una nueva visión del mundo basada en el comunismo científico. Si no lo hacemos así, estamos reproduciendo la forma establecida por el Estado burgués, para quitarle la ventaja estratégica al proletariado. Estamos llamandole sindicato a un organismo corporativo del Estado, esperando que convoquen y hagan una huelga general esas organizaciones. Así, estaríamos igualmente enajenados.