Fragmento de entrevista al psiquiatra y psicoanalista francés y director del Laboratorio de Psicología del Trabajo en Francia, Christophe Dejours. Tomada en la revista Topia 2013, Consideramos vigente su reflexión.

P: En el prólogo de Trabajo Vivo Ud. habla de que las formas de dominación en las ciudades primero fueron probadas en el mundo del trabajo, en la empresa. ¿Cuáles son esas formas de dominación?

R: Primero fueron probadas en las empresas y debido a la centralidad política del trabajo tienen un impacto enorme en el funcionamiento de la ciudad. Esas nuevas formas de dominación están muy ligadas a la evaluación individualizada del rendimiento. Es un método muy poderoso que fue posibilitado por un encuentro entre los managers de un lado y la informática del otro. Ese fue un momento histórico.

Hace 30 años era impensable, incluso hace 20, que hubiera una computadora en cada puesto de trabajo. Cuando los managers comprendieron que la computadora podía funcionar como un papel carbónico que graba todo, provocaron y dieron lugar a una demanda muy poderosa de informáticos y de los que fabrican programas informáticos. Eso crecía con mucha rapidez y también el desarrollo de objetos informáticos cada vez más diminutos, que fue algo totalmente imprevisible.

El progreso técnico fue muy rápido, pero en primer lugar fue el desarrollo de los nuevos métodos de individualización y luego la informatización que abrió una oportunidad para que miles de investigadores se pusieran a trabajar en el Silicon Valley para producir un fenómeno extraordinario y muy rápido. Duró 15 años, es increíble, porque ahora hay computadoras en todos lados.

Esos nuevos métodos de dominación que se experimentaron primero en las empresas, tienen la capacidad de dividir a todo el mundo y destruir todas las formas de solidaridad.

La evaluación individualizada del rendimiento logró destruir la solidaridad sindical. En Francia, el sindicalismo siempre fue muy poderoso. Era el país más sindicalizado de Europa. Hoy, es el menos sindicalizado. El 6% de los trabajadores. La transformación ha sido enorme.

Los sindicatos aceptaron masivamente la evaluación individualizada y se quebraron. En las empresas las formas de lucha y de resistencia fueron desestructuradas por las nuevas formas de organización del trabajo.

También en la sociedad, las personas adoptan comportamientos individuales, desleales respecto de sus colegas, donde la desconfianza ocupa el lugar de la confianza. Eso no pasa solo en la empresa. Cuando salen de la empresa esas mismas personas no se hablan, no se ayudan, no se respetan y la solidaridad se destruye también en el seno de la sociedad. La civilidad se destruye, los valores del “vivir juntos” desaparecen, el sentido mismo de la justicia se ve desestabilizado. La sociedad va mal, pero el punto de partida, el individualismo no cayó del cielo, fue fabricado por métodos muy poderosos.

La base de experimentación fue la empresa y luego toda la sociedad. Es el resultado de introducir esos nuevos métodos de organización y, al mismo tiempo, las instituciones, en particular el Estado.

Los Estados en todo el mundo dejaron la conducción a los managers y aceptaron reducir su intervención y la de las instituciones, para dejar a los managers solos frente a los asalariados y en la estructura de la empresa, promoviendo en todo el mundo la empresa como modelo de sociedad.

Eso no sucedía antes. La empresa debía dar pruebas de que hacía una contribución a la sociedad, eso formaba parte de las exigencias y de su imagen, de rendir cuentas de los servicios que brindaba a la comunidad.

Hoy en día ya no se necesita más de todo eso. El Estado se alejó. El derecho al trabajo se redujo y la empresa ya no justifica su relación con la sociedad, solo le interesa el dinero, el beneficio. Si hay dinero está bien. Hay un desplazamiento de los valores, del “vivir juntos” en la ciudad hacia los beneficios y las ganancias en dinero.

Los políticos que están a la cabeza de los Estados aceptaron ese nuevo compromiso que es el acuerdo con los managers, porque se enriquecieron y por eso una buena parte de la corrupción cumple un papel importante.

Esta nueva forma de gobernar las empresas permite obtener beneficios considerables, mientras la situación del trabajo se deteriora, que redistribuyen bajo la forma de corrupción del poder político del Estado.

Todo lo que comienza en el trabajo tiene consecuencias enormes en la evaluación de la ciudad, por eso se habla de la centralidad del trabajo.

Si se quiere reconquistar la solidaridad, hay que reconquistar zonas de cooperación. La comunidad local es la ciudad y la cooperación entre los usuarios, los beneficiarios y los productores de servicios es un elemento fundamental de la renovación de la política. Son nuevas formas de pensar la acción, que ya no es igual a la acción sindical clásica. Para enfrentar la situación de hoy en día hay que pensar la acción de otra manera.

Transcrita por Mario Hernández..