El pasado 28 de agosto el titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Víctor Manuel Toledo Manzur, reconoció que por encima de los proyectos de construcción de la presa de La Parota están los bienes comunales de Cacahuatepec, en la zona rural de Acapulco, así como el potencial biocultural de las selvas y bosques del estado. Fue un reconocimiento explícito a la lucha de los comuneros opositores a la presa que inundaría sus tierras y desbordaría el ambiente rural por un proyecto hidroeléctrico innecesario y depredador: “El caso de Cacahuatepec, con La Parota, es un ejemplo. Cuántos años de lucha, de resistencia, contra la construcción de una obra que, como sabemos hoy, inunda enormes territorios y afecta el equilibrio de las regiones”.

A la vez, se refirió a otra región, ésta de la montaña guerrerense, Ayutla de los Libres y su municipio autogobernado por un consejo con 240 integrantes que representa a las comunidades indígenas y mestizas, que rompe con el dominio del sistema de partidos.

Aprovechó el mismo funcionario para decir que para él esas experiencias guerrerenses impulsan “la cuarta transformación”, puesto que “la autosuficiencia a pequeña escala es primordial para empezar a superar la crisis ambiental, y para ello es clave el sistema de organización comunitaria que existe en numerosas localidades de Guerrero”.

Víctor Manuel Toledo reconoció que “Ser ambientalista en México es tan peligroso como ser periodista y en Guerrero se tiene el caso de La Parota, no recuerdo ahí, pero debe haber el caso de cinco, seis comuneros asesinados, el año pasado o antepasado hubo una cosa muy fea. La única manera de poder atenuar esto es la organización, la única manera de poder avanzar es que la gente se organice”. Indicó que en el país han sido asesinados 122 ambientalistas en los últimos 15 años y “no es cualquier cosa adquirir esta conciencia y luchar por ello”.

Sin embargo no dijo que los asesinatos, prisión y persecución a luchadores opositores de La Parota continúan pendiendo de un hilo y por ello defienden su territorio con proyectos productivos y sociales como con su policía comunitaria ante el acecho de grupos paramilitares como la UPOEG, y sicarios bajo las órdenes de terratenientes de la región. Los miembros de dirección y base del CECOP son los verdaderos vencedores frente al proyecto de La Parota.

Tampoco se dijo en el discurso, ni en los medios, que en Ayutla existe la misma presión que en otras regiones del estado sureño de parte de los partidos, el INE, la Coordinación Nacional de Pueblos Indígenas, los paramilitares del narco y de la política, el ejército y los programas desarrollistas y extractivistas que quieren orientar para sus intereses al autogobierno.

La lucha organizada no deja que se oculte y entierre la memoria de batallas que el pueblo guerrerense da en todo Guerrero por sostener su legítima policía comunitaria y sus casas de justicia, que no se confunden con los narco negocios, ni se venden al gobierno. Así mismo se da la defensa de luchador@s sociales algunos en la cárcel, otros desplazados y muchos más amenazados de muerte como es el caso del secretario de la sección minera de Taxco Hernández Mojica en huelga por la negativa al diálogo del empresario depredador Germán Larrea.

La llegada de la guardia nacional militarizada junto con la presencia de marinos, soldados y policías estatales no detiene el otro problema central: la vida de las y los guerrerenses está sujeta a todo tipo de violencias. Las comunidades intentan su defensa, las mujeres y jóvenes denuncian feminicidios, secuestros y desapariciones, los familiares de los 43 normalistas de Ayotzinapa no cejan en su tarea por lograr la verdad y la justicia a cinco años de la desaparición forzada de sus hijos y el asesinato de otras de sus compañeros. Los maestros vinculados a la CNTE exigen solución ante el retraso de pagos y la basificación y los campesinos, más allá de sus direcciones charras toman de las bodegas el fertilizante qe el gobierno no entrega a tiempo.

Guerrero pulsa como un corazón guerrero que no cabe en el puño ni en la boca de funcionarios y poderosos.