Es gigante la impunidad de los de arriba: empresarios locales y transnacionales, políticos y politiqueros, mandos militares. Todos los criminales mayores están impunes y algunos se pasean cínicos y prepotentes aunque hayan sido denunciados por hacer la guerra contra los pueblos.

Dependen de un sistema de relaciones de explotación, despojo y violencias capitalistas, hace décadas apodado neoliberal, salvaje, fascista, aunque a veces enmascarado de “progresista, nacionalista y soberano”.). SOBERANÍA es la palabra clave para los hechos escandalosos o encubiertos de los últimos años y en especial de estos meses de catástrofes sociales mal llamadas naturales (pandemia, inundaciones, dolores y angustias). ¿Cuál Soberanía? ¿A quién le sirve?

México y su puñado de poderosos criminales parte del sistema establecido, también depende del vínculo económico, político, ideológico y militar con el imperialismo yanqui y sus gobernantes.

No hay soberanía en los dependientes, sumisos y subordinados. Soberanía es capacidad de pensar, decidir y actuar con el consenso de los pueblos.

Los hechos demuestran la simulación de soberanía:

-Una larga cadena de crímenes del poder están impunes aunque haya leyes que los evitarían, prevendrían o castigarían junto a otras que los “justifican”: masacres, represiones en masa o selectivas, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, presos, desplazados, feminicidios, juventicidios, fraudes, despojos, despidos. De la guerra sucia a la actual guerra neoliberal están libres quienes ordenaron y ejecutaron los crímenes.

-Las denuncias evidenciadas por periodistas de investigación, por defensores de derechos humanos y por la gente agraviada son desoídas, censuradas o postergadas con discursos que prometen “investigar y hacer justicia”, mientras esconden la verdad y culpan de subversivas a las víctimas.

-La omisión y la complicidad con quienes entre los de arriba llegan a ser puestos con un pie en los juzgados y en las cárceles, pero luego liberados con pretextos o con negociaciones secretas, como la conocida del general de división, de los altos mandos del ejército mexicano, exsecretario de defensa nacional y miembro de la “cofradía” o sindicato” militar y “padrino” de los narco negociantes: SALVADOR CIENFUEGOS.

Distinguir poderes facticos y aparatos

La guerra a los pueblos se ejerce en cada país capitalista con el monopolio legal de la violencia que tienen los Estados. En la Constitución mexicana, ese monopolio define una estructura burocrático militar que ejerce la violencia o el control militar del territorio, supuestamente para defender a la Nación de enemigos externos, pero principalmente para prevenir, combatir e incluso inventar un enemigo interno (generalmente el opositor a gobiernos y proyectos capitalistas) y, a la vez, una maquinaria de intervención y control “social o cívico” de la población ante desastres naturales y sociales (como el gobierno actual que da funciones de seguridad pública, de redes digitales, de control a migrantes, producción forestal, construcción de megaproyectos y en brigadas de “ayuda social”).

¿Es por ello, el ejército un poder fáctico que puede poner contra la pared al Gobierno federal y a los poderes judicial y legislativo cuando se afectan sus intereses? NO, el poder fáctico, con fuertes recursos legales, es el del alto mando, los 600 generales de división activos y jubilados, más los de la marina y los directivos de la inteligencia del Estado, muchos están coludidos con funcionarios, empresarios, cárteles, y con la dirección de partidos. Ese poder de hecho presiona, negocia, controla y reajusta su fuerza más allá de las fronteras de la mano de transnacionales y el Comando Norte estadounidense.

Soberanía realmernte popular y nacional no existe cuando la usurpan los poderes contrarios a los pueblos. No somos soberanos cuando perdemos el poder entregándolo a gobernantes, partidos, jefes, generales y patrones.

La soberanía la constituyen y la ejercen quienes estudiando e intercambiando sus sentires y pensares en sus asambleas comunitarias, barriales y en los centros de trabajo, estudio y convivencia, deciden, mandan y cumplen sus acuerdos. Son pocos, están dispersos, muchos no saben que tienen poder colectivo cuando actúan como comunidades de lucha y de defensa de la vida. Son peligrosos para el poder: por eso los persigue, los desaloja, los etiqueta el gobierno, los asesina y desaparece, los niega, los traiciona. Son todos los Samir y las mujeres asesinadas, son lxs desplazadxs de sus comunidades en Chiapas, Guerrero, Michoacán, Veracruz, Oaxaca, Nayarit y son los tiroteados por paramilitares, financiados y gestionados por el Estado. Son periodistas y defensorxs de derechos humanos asesinados o acallados. Son pueblos originarios y de las ciudades, criminalizados si protestan y más cuando dicen ¡BASTA!