El levantamiento mundial de las mujeres contra el machismo y el patriarcado capitalista tiene un nuevo capítulo el 8 y 9 de marzo: con las consignas “el nueve nadie se mueve” y “un día sin nosotras”, se autoconvocan para hacer un Paro nacional el 9 de marzo, en protesta por los feminicidios y la violencia de género en el país.

El plan, de acuerdo con el colectivo Brujas del Mar, Feministas, una de las convocantes originales, es invitar a las mujeres a no salir a las calles, al trabajo, la escuela ni a hacer compras. Esto sucederá tras la marcha de 8 de marzo por el día internacional de la mujer trabajadora que se realiza en todo el mundo contra el patriarcado y el capitalismo.

Veamos más allá de las ideologías y los colores sólo por un día, y a los partidos de derecha, esperemos no olviden el apoyo que dicen dar a las mujeres escuchando todas las demás peticiones para obtener el acceso a nuestros derechos”. Señala ese colectivo. La iniciativa del Paro de Mujeres se trató de desprestigiar en los círculos del poder mediatico estatalizado y empresarial. Cuando en realidad es un llamado de grupos de mujeres para dialogar, visibilizar sus denuncias y propuestas

La mayoría de las mujeres ponen el acento en la expresión autónoma y exigen que saquen manos partidos, estado y empresas de su movimiento.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), hay más de 22 millones de mujeres en ocupaciones formales: sector educativo, salud y servicios; la mayoría pasan por una dura explotación y desigualdad y existe un gran número trabajando en la informalidad.

El Centro de Investigación de la Mujer en Alta Dirección (CIMAD), considera que este paro provocaría pérdidas de unos 26 mil millones de pesos. Por su parte, varias cámaras patronales calcularon en casi lo doble esa cantidad de “perdidas”, y con su doble moral dijeron no oponerse a tal manifestación de las mujeres.

A la violencia contra las, mujeres y los hombres con cuerpos feminizados se suma la precariedad laboral y la explotación en las casas pues son quienes sostienen la vida de sus familias.

Muchas mujeres no tienen la posibilidad de faltar a sus trabajos porque las pérdidas económicas personales, las urgencias por los pagos diarios, por alcanzar bonos de puntualidad y productividad que algunas empresas ofrecen para imponer a su personal una mayor intensidad y carga de trabajo.

Las trabajadoras del sector informal que en las calles venden, trasladan o producen alimentos, bebidas, artesanías o servicios a domicilio, difícilmente pueden dejar a sus familias sin un ingreso, a veces solo una comisión de lo que generan que completa el gasto, pues la mayoría se va a los bolsillos de las mafias de comerciantres, o hacia líderes de grupos partidistas que se dicen “populares” y hasta de izquierda.

Más allá de los cálculos sobre la pérdida monetaria por el paro, o del número de las participantes, la convocatoria atrajo la simpatía mayoritaria, especialmente juvenil.

Y como era de esperarse se convirtió en campo de disputa e intento de manipulación de sus objetivos por las fuerzas de la clase dominante: si ellas plantean poner fin a la violencia social contra las mujeres y niñas, así como a la desigualdad e inequidad cotidiana, productos ambas del sistema patriarcal capitalista; en cambio la posición mediática sólo menciona alguno de los aspectos de la violencia y desigualdad. Se pronuncian con cinismo patrones, gobernantes, medios, hasta las fuerzas armadas con monopolio legal de la violencia y las de la delincuencia, cuando muchos son denunciados por las mujeres.

No entienden que la crítica de los movimientos de las mujeres va contra el orden patriarcal y las relaciones capitalistas de producción y dominación que se benefician con la sumisión, el terror y el desprecio a las mujeres.

Entre las colectivas de mujeres aparecen múltiples manifestaciones que muestran diferencias de clase, de posición política, cultural, de sexualidad y hasta de mayor o menor autonomía o dependencia del sistema opresor.

Pero en todas crece una fuerza que define su identidad y quehacer en el debate y en la acción y que exige desmontar los modos de vivir patriarcales, deteniendo la violencia feminicida, el acoso, defendiéndose en común y creando otros modo de vida que sea digna, libre y como lo han hecho siempre las mujeres del pueblo: para el bien común.