En esta constante lucha, de centenares de años contra la desigualdad, el motor del capitalismo nos arrastra a la red que ha creado, la que nos convierte en lacayos.

Como un agujero negro, el capitalismo va acabando con los recursos naturales, absorbe toda la capacidad del trabajador, despojando su bienestar, la seguridad, la creatividad, con objeto de obtener plusvalía, sin embargo está desapareciendo con los recursos naturales y con el ser humano.

 

 

 

Esta inestabilidad, provocada por la voracidad del capital, con la reducción de la fuerza de trabajo por la tecnificación y la manipulación del trabajador por terceros, ha creado inseguridad y una vida precaria en la gran mayoría de la población.

La sobreexplotación, el aumento de la fuerza de trabajo no remunerada, ha traído la reducción de las ganancias para el capital, esto conlleva a que la sociedad entre en una constante contradicción

Reducir el salario es reducir la capacidad de compra de una fracción muy importante de la población. En consecuencia, el mercado se reduce y la realización de plusvalía, su conversión en ganancia, se encoge.

Este deterioro, genera descontento, producto del acoso al trabajador en todo el sentido, y el capitalismo da respuesta a este como sistema que ha creado toda una maquinaria de represión y engaño, muy variada.

La represión se ejerce según el contexto y principalmente la fuerza de los movimientos y luchadores sociales.

La represión, se re-acomoda, generando división, la complicidad del estado, la acción del ejército, de la marina, del narcotráfico y los grupos paramilitares creados para la división de los pueblos.

Es un… proceso de militarización, ahora sin llamarlo «guerra al narcotráfico o al crimen organizado», sino como disputa por el territorio o más bien la «gobernabilidad» de los territorios.

La represión constante y sistemática se mantiene hacia el pueblo que se organiza, el estado culpa, manipulando los medios de información, a la delincuencia organizada, por los asesinatos de luchadores sociales y población inerme para crear miedo a exigir lo que le es propio.

Las comunidades en resistencia, por su autonomía y libre organización, han logrado resistir, enfrentar al sistema.

El capitalismo no cesa de agobiar al pueblo, sumergiéndolo al deterioro social

Como consecuencia, el país ha acumulado 60 millones de pobres extremos y 30 millones de trabajadores «informales» sobre los que se recrudece la explotación, puesto que carecen de prestaciones y seguridad en el empleo.

El aumento del trabajo no pagado y la reducción del salario a los trabajadores, ha ocasionado la migración.

A ello se suma la amenaza de otro riesgo terrible: la lucha intestina de la clase obrera.

Así como el capitalismo ha ocasionado divisiones internas en las comunidades, y en general en los grupos humanos, por la cultura de “estar mejor a costa del otro”, creando una conciencia individualista. El trabajador, por ejemplo, que se ve afectado por el migrante recién llegado a su comunidad enfrenta una lucha por defender la “comodidad” lograda, tratando de eliminar a los hermanos de clase.

Hoy más que nunca es necesario recordar la historia y revisar las consecuencias de la gran crisis de 1929 y sus secuelas de odio: el nazismo, el fascismo, tendencias ultra nacionalistas que borran al enemigo de clase.

El capitalismo ha generado un individualismo extremo, entre muchos trabajadores urbanos y rurales, que siempre ven al otro como un enemigo a eliminar; esta conciencia es generada y reproducida por la educación que imparten los medios, y así se instituye la corrosión de la conciencia.

¡Es preciso reforzar la unidad y la identidad de clase para hacer frente a la corrosión capitalista! ¡Proletarios de todos los países uníos!

 

*Las frases en negritas y cursivas son extraídas del libro de Uriel Aréchiga (1936-2017), nuestro “PP”: Capital Depredador y Rebelión publicado por El Zenzontle y la Casa de los Pueblos, 2019.