EL 23 DE SEPTIEMBRE DE 1970, NACE EL  FER Y EL 29 DE SEPTIEMBRE EL ESTADO AUTORITARIO Y LA FEG REPRIMEN UN MITIN PACÍFICO EN LA ESCUELA POLITÉCNICA DE LA U. DE G.


Por Carlos Ramón Sepúlveda Luna.

Al inicio de la década de los años sesenta, nuestro país se caracterizaba por la profunda crisis económica que agobiaba a los sectores proletarizados de la ciudad y del campo, que tenía como referentes la participación del Estado en la actividad económica y política, el endeudamiento externo que empezó a tener repercusiones de manera generalizada en toda la sociedad mexicana, la inversión extranjera y el fuerte proceso de concentración y centralización del capital en unas cuantas manos.
También era evidente la crisis política por la que atravesaba el régimen criminal diazordacista, al observarse un intenso proceso de deterioro de la imagen presidencial y de los mecanismos de control político e ideológico que ejercían sobre las masas, así como el estrechamiento de las bases en que se había sustentado la legitimidad del Estado burgués mexicano.
Por ello, el movimiento estudiantil popular de 1968 evidenció profundamente los graves problemas económicos y políticos a los que el proceso de acumulación de capital había llegado al inicio de la década. Tales problemas se ubicaban en la ineficiencia del aparato productivo nacional, el déficit de la balanza comercial y de pagos, la dependencia tecnológica y financiera, y el descontento obrero, campesino, estudiantil y popular.
En ese contexto, destacan las condiciones que prevalecían al interior de la U de G, que mostraban la profunda crisis política, académica y administrativa generada por el grupo FEG-Universidad para responder a los cambios y demandas que planteaban grupos estudiantiles y maestros democráticos de diferentes escuelas y facultades.
Las manifestaciones de inconformidad y oposición hacia la política represiva de la FEG, el cuestionamiento que hacíamos a los métodos y mecanismos compulsivos de control corporativo, la violenta represión instrumentada contra los estudiantes y maestros que apoyamos decididamente el Movimiento Estudiantil y Popular de 1968 en la U de G, el gangsterismo y la corrupción impulsadas por el aparato gubernamental priísta y el grupo UNI-FEG, fueron el escenario político que marcaron las condiciones objetivas y subjetivas para el surgimiento de los núcleos de estudiantes y profesores que impugnábamos el clima antidemocrático, el bajo nivel académico que se caracterizaba porque los mismos represores de la FEG recibían nombramientos como maestros para dar clases en las preparatorias y facultades, aunado a la obsolescencia de los planes de estudio y la violencia institucional practicada en todos los niveles de la educación media y superior de la U de G.
Esos núcleos de estudiantes y maestros, participábamos políticamente en diversos momentos a través de algunos espacios de expresión que permitía la FEG, evitando el enfrentamiento directo con esa organización, para dar a conocer nuestros puntos de vista acerca de la grave problemática en la que estaba inmersa la Universidad.
Estos pequeños sectores, representativos de la más noble dignidad universitaria, nos orientábamos a generar la discusión de la realidad concreta por la que atravesaba la máxima Casa de Estudios, para despertar el nivel de conciencia política entre las bases, que posibilitara a los universitarios tapatíos agruparse en torno a las demandas académicas y estudiantiles y converger en acciones comunes para avanzar de manera organizada en un proceso de lucha que planteara como estrategia global la democratización de la Universidad de Guadalajara. La respuesta de la FEG siempre fue la intimidación y la agresión física a cualquier manifestación de disidencia u oposición, cerrando con ello los escasos márgenes de “legalidad” que sus dirigentes y la mafia universitaria toleraban.
Fue notorio el anti-comunismo manifestado por la dirigencia fegista durante y después del 68, posición que se sumó a la versión oficial del régimen de Díaz Ordaz y de la prensa vendida controlada por la Secretaría de Gobernación que, por todos los medios, procuraban descalificar la trascendencia política de la lucha estudiantil, no obstante la sangrienta represión ejecutada el 2 de Octubre de 1968 (fecha en la que fueron masacrados cientos de compatriotas mexicanos, a manos del Ejército y la policía), en contra de quienes luchaban por hacer realidad la democracia en nuestro país. Hoy rendimos un póstumo homenaje a todos los caídos en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco.
Durante el período 68-70, los estudiantes y maestros democráticos de la U de G, aportamos diversas formas de organización y lucha a través de la conformación de grupos amplios, participando en elecciones estudiantiles contra la FEG, editando periódicos independientes como “Transformación” en la Facultad de Leyes y “El Nieto del Ahuizote” en la Facultad de Comercio y Administración donde yo estudiaba, discutiendo en foros y seminarios la problemática universitaria, repartiendo volantes de denuncia y realizando asambleas abiertas y cerradas para definir las tareas políticas a desarrollar. Al mismo tiempo que se establecían lazos fraternales y solidarios con organizaciones estudiantiles democráticas y de lucha de otras universidades del país, como Sinaloa, Sonora, Nuevo León, UNAM, IPN, etc., retomando su experiencia, para impulsar la organización democrática e independiente entre los universitarios tapatíos, así como con los alumnos de otros estados que estudiaban en la U de G, para avanzar en la lucha por la democracia universitaria.
En esas circunstancias, se logran integrar un conjunto de agrupamientos de jóvenes estudiosos de las Facultades de Comercio y Administración, Economía, Filosofía y Letras, Derecho, Ingeniería, Ciencias Químicas, Agronomía, etc., y otros que además realizaban trabajo de organización política en los barrios de Guadalajara, como el grupo de “Los Vikingos” de San Andrés.
El grupo de “Los Vikingos”, en múltiples ocasiones llevaron a cabo acciones de confrontación para disputar la dirección política de 11 Sociedades de Alumnos de las escuelas secundarias, preparatorias y facultades que estaban en poder de los fegistas. En aquellos años, existían 5 escuelas secundarias, 4 escuelas preparatorias y 5 facultades, habiendo ganado la Sociedad de Alumnos de la Escuela Preparatoria de Jalisco, a pesar de la orden girada por el “máximo ideólogo, desquiciado y paranoico”, Carlos Ramírez Ladewig, de no permitir el triunfo en ninguna escuela donde hubiera candidatos de “Los Vikingos”. De hecho, “Los Vikingos” fueron el organismo barrial que mayores cuadros militantes aportó al movimiento democrático universitario que se gestaba en la U de G.
Para el ciclo escolar 1970-1971, la Universidad Tapatía, la U de G, contaba con una población de 35,946 alumnos distribuidos en tres niveles educativos: preparatorias 14 mil 216 estudiantes (39.5%); subprofesional 18 mil 572 estudiantes (51.7%); del total de estudiantes de estos niveles educativos, el 60.5% estudiaban en los niveles subprofesional y profesional, y el resto, el 39.5%, realizaban sus estudios en el nivel medio superior. Sin embargo, las facultades contaban con el mayor número de educandos.
Los alumnos del nivel medio que ingresaron a las carreras subprofesionales y profesionales, se ubicaban en las siguientes áreas: Humanidades 1 mil 540 (7.1%), Médico Biológicas 4 mil 408 (20.3%), Físico Matemáticas 6 mil 865 (31.6%) y sociales Administrativas 8 mil 917 (41.0%).
La población docente de que disponía la U de G en el ciclo escolar indicado (70-71), ascendía a 2 mil 202 maestros, de los cuales 927 (42.1%) impartían clases en las Escuelas Preparatorias; 340 (15.4%) en el nivel subprofesional; y 932 (42.5%) en las Facultades. Estos indicadores permiten mostrar que fue precisamente en las áreas Sociales-Administrativas, Humanidades y en las Físico-Matemáticas, donde surgieron los primeros brotes de organización estudiantil y magisterial democrática, que se opusieron a la política instaurada por la mafia universitaria.
Los movimientos estudiantiles que tuvieron expresión en la década de los años 60’s, se localizaron en la Escuela Politécnica, Ciencias Químicas, Ingeniería, Economía, Filosofía y Letras, Comercio y Administración, Derecho, Agronomía y en algunas Preparatorias, incluyendo las incorporadas como el “Colegio Internacional” donde estudiaba el compañero Arnulfo Prado Rosas “El Compa”.
Sin embargo, en todas las luchas que protagonizaron los estudiantes y profesores universitarios, no hubo una respuesta positiva a sus demandas reivindicativas y de participación. Por el contrario, el Grupo FEG-Universidad utilizó la represión como instrumentos de “diálogo y concertación” para hacer entender el lenguaje de la fuerza compulsiva.
El ascenso en el clima antidemocrático y corporativo, más que diluir a los destacamentos universitarios de oposición, posibilitó el rápido desarrollo de una corriente estudiantil-magisterial integrada por los mejores cuadros docentes y de alumnos, quienes durante los meses de julio, agosto y septiembre de 1970, confluyeron en una amplia organización de base que tenía una importante presencia en las escuelas y facultades de la U de G. En esta instancia organizativa participaban estudiantes que militaron en las “Juventudes Juaristas”; los ex militantes de la Juventud Comunista (JC) que se habían escindido del Partido Comunista Mexicano (PCM) a raíz de la oportunista posición que mostró la dirigencia en relación al Movimiento Estudiantil del 68; los jóvenes que adoptaron el nombre de “Los Vikingos” de la colonia San Andrés y los grupos estudiantiles independientes que sostenían posiciones independientes y socialistas, además de los que vivían en los barrios y colonias como Analco, la Ferrocarril, San Isidro, la Morelos, San Onofre, Cantarranas, Santa Teresita, Chapalita, San Juan Bosco, Tetlán, Oblatos, El Retiro, Zapopan, La Provincia, Tlaquepaque, San Rafael, Zalatitán, la Ruta 66 y Mezquitán.
El inicio de la lucha por la democracia universitaria, ya organizada en las escuelas y facultades de la U de G y en los barrios y colonias de la Zona Metropolitana de Guadalajara, fue llevar a cabo la primera acción como estudiantes democráticos: tomar las instalaciones de la Casa del Estudiante, del FESO (Frente de Estudiantes Socialistas de Occidente), para expulsar a los pseudo-estudiantes allí albergados, una buena parte eran fegistas, y que tenían asolados a los comerciantes aledaños al Jardín de Aranzazú, habiendo hecho de la Casa del Estudiante un reducto en el que se llevaban a cabo las prácticas gangsteriles y el tráfico de drogas.
Esta acción de depuración y dignidad universitaria, tenía como propósito, hacer de la Casa del Estudiante un verdadero espacio de convivencia estudiantil, para que se cumpliera con los objetivos que había trazado el régimen del General Lázaro Cárdenas del Río: imprimirle el carácter socialista a la educación, laica y gratuita.
Alrededor de 200 estudiantes de la U de G, participaron en el desalojo de la Casa del Estudiante, acción que se desarrolló durante la noche del 22 de Septiembre de 1970. Una vez que los estudiantes democráticos tuvieron en su poder las instalaciones de la Casa del Estudiante, procedieron a formular un Programa de Lucha que se transformó en un Pliego Petitorio dirigido a la cúpula universitaria y al gobierno estatal que presidía Francisco Medina Ascencio y que contenía los siguientes puntos:
1.- Democratizar desde su base el movimiento estudiantil y pasar por la democratización de toda la vida universitaria.
2.- Expulsar de las aulas universitarias a la pandilla fegista, incluido el rector mafioso Ignacio Maciel Salcedo.
3.- Solicitar de las autoridades correspondientes, la consignación penal de los múltiples criminales fegistas, con base en las pruebas presentadas por las víctimas de los atropellos, y
4.- Luchar por una educación popular y científica, abriendo la Universidad a la juventud trabajadora y poniendo al día los estudios universitarios en consonancia con los avances científicos y técnicos de la época.
Después de la toma de la Casa del Estudiante, al día siguiente, en la azotea de la Casa, se llevó a cabo la constitución del Frente Estudiantil Universitario (FER), el 23 de Septiembre de 1970, nombrando para ello un Comité Coordinador que fue integrado por los estudiantes universitarios más destacados y combativos allí reunidos.
En los días posteriores, se produce una desbandada de ex presidentes y personajes priístas vinculados con la FEG, muchos de los cuales tuvieron que huir y esconderse, y otros, se refugiaron en el extranjero, en Estados Unidos, ante el temor de ser llamados a cuentas por los múltiples asesinatos cometidos y por haber dilapidado el presupuesto universitario durante más de diez años.
Incluso, fue significativa la renuncia pública que hizo a la FEG el ideólogo y primer fundador de la mafia fegista, Carlos Ramírez Ladewig, ante la prensa local, pretendiendo desligarse políticamente de cualquier relación que pudiera tener con la organización que había auspiciado, apoyado y que controlaba al clásico estilo de las mafias y vendettas italianas.
De las peticiones formuladas a la burocracia universitaria, el FER recibió como respuesta el silencio absoluto y la prensa venal se negó a publicar los 4 puntos del Pliego Petitorio planteado por los estudiantes. Pero el gobernador Francisco Medina Ascencio (prominente miembro de la secta clerical conservadora “Los Caballeros de Colón”) y la FEG pensaron mejor en preparar las condiciones para desatar la represión con el resuelto apoyo de la Presidencia de la República, Gobernación, Policías y Defensa Nacional.
El silencio cómplice del rector mafioso y las noticias que tergiversaban los medios de comunicación por órdenes de la Secretaría de Gobernación, con la clásica mordaza impuesta desde el Movimiento Estudiantil de 1968, orilló al Comité Coordinador del FER y a los estudiantes, a tomar la determinación de salir a realizar mítines y asambleas a partir del día 29 de Septiembre de 1970, en las escuelas y facultades del área tecnológica: Escuela Vocacional, Ciencias Químicas, Ingeniería y el Politécnico, para informar y orientar directamente a la base estudiantil de las demandas planteadas, los objetivos y los alcances del movimiento dignificador de la vida universitaria.
El 29 de Septiembre de 1970, se desata la represión fegista contra los estudiantes agrupados en el FER. Al estar desarrollando una asamblea en el patio de la Escuela Politécnica, llegaron por Avenida Revolución varios vehículos y camionetas repletas de pistoleros de la FEG, acompañados de policías judiciales, agentes del servicio secreto y militares vestidos de civil, a cuyo frente iba el entonces presidente de la FEG, Fernando Medina Lúa  (pariente directo del gobernador Medina Ascencio). Fernando Medina Lúa le había comunicado al capo de la mafia fegista, Carlos Ramírez Ladewig, su decisión de renunciar a la presidencia de la FEG, la cual fue rechazada, porque la orden fue tajante: “o le entraba o le salía”, como se estilaba hablar en el lenguaje que se intercambiaba entre los miembros de el “sanedrín de la mafia”.
Al descender de los automóviles, Fernando Medina Lúa, quien iba al frente de las hordas fascistas, mató a sangre fría al estudiante Braulio Suárez Torres que se encontraba desarmado en la entrada principal de la Escuela Politécnica (de acuerdo a la versión de los testigos de este alevoso crimen). Posteriormente, Medina Lúa dio la orden de: “¡A matar cabrones!”, e inmediatamente los gorilas, los agentes judiciales y del servicio secreto, seguidos de los militares vestidos de civil, empezaron a disparar a diestra y siniestra, alcanzando las balas asesinas a otro estudiante que se había resguardado a cierta distancia de la entrada principal como cobertura; era el estudiante de la Facultad de Comercio y Administración, Francisco Villagómez Miramontes “El Cubano”; los asesinos prácticamente lo “barrieron” con la descarga de una metralleta por la espalda. Para entonces y al escuchar las detonaciones, los integrantes del FER y quien en ese momento hablaba en el mitin, se parapetaron en las bardas de  la escuela. Casi en la entrada principal de la Escuela Politécnica cayó herido el presidente de la FEG, Fernando Medina Lúa, baleado por sus mismos testaferros de la mafia fegista.
En medio de este escenario de guerra, los gangsters de la FEG, apoyados por los cuerpos policíacos y militares, indiscriminadamente disparaban contra los estudiantes allí reunidos, utilizando para el ataque armas reglamentarias del ejército como pistolas de grueso calibre, metralletas, rifles M-1, una ametralladora de tripié y hasta una bazooka que perforó uno de los muros del Politécnico. Esas armas fueron entregadas a los esbirros asesinos por el ex presidente de la FEG, Hermenegildo Romo García “El Gorilón”, por órdenes de la Secretaría de Gobernación, cuyo titular era designado ya como candidato a la Presidencia de la República, Luis Echeverría Álvarez, yerno del licenciado José Guadalupe Zuno Hernández.
En esta confrontación armada, desigual, ventajosa para los esbirros de la FEG, el saldo fue el asesinato de dos estudiantes militantes del FER y un humilde vendedor de cocos, de quien jamás se supo su nombre, dejando heridos a más de 15 estudiantes, aunque se calculaban alrededor de 50 heridos del FER.
Varios estudiantes del FER se llevaron el cuerpo herido del presidente de la FEG, Fernando Medina Lúa, en un vehículo para dejarlo a las puertas de la Central Quirúrgica ubicada por la avenida España, en la colonia Moderna de Guadalajara. Por instrucciones del asesino y autor intelectual de la masacre del 2 de octubre de 1968, y Presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, Medina Lúa fue trasladado en un avión de la Fuerza Aérea Mexicana hasta el Hospital Militar de la Ciudad de México, D.F., lugar en el que finalmente fallece. El féretro del otrora Presidente de la FEG, fue recibido en la pista de la Base Aérea Militar de Zapopan, después de rendirle un “homenaje” el gobernador del Estado de Jalisco, Francisco Medina Ascencio, el rector mafioso Ignacio Maciel Salcedo, el Comandante de la XV Zona Militar General José García Márquez y el Jefe de la Policía Municipal de Guadalajara, hecho que demostraba a la opinión pública y al estudiantado de la U de G, el apoyo que los gobiernos estatal y federal, las fuerzas policíacas represivas y el ejército mexicano otorgaban incondicionalmente a los fegistas asesinos de los estudiantes revolucionarios.
Dos horas después de perpetrada la indignante masacre, la rectoría decide suspender las clases en la Universidad de Guadalajara durante tres días. El mismo día, 29 de Septiembre de 1970, son detenidos varios militantes del FER que resguardaban la Casa del Estudiante del FESO, y después de ser torturados son recluidos en la cárcel del viejo Penal de Oblatos, acusándolos de delitos del “orden común” y presentándolos ante la prensa local y nacional como delincuentes. Sin embargo, los estudiantes revolucionarios se convertían en los primeros presos políticos de la que sería posteriormente la Primera Guerrilla Urbana, en el inicio de la década de los 70’s del Estado de Jalisco.
Al día siguiente, 30 de Septiembre de 1970, la Casa del Estudiante es destruida y derribada con máquinas bulldozer por miembros del “glorioso” ejército mexicano, de acuerdo a las instrucciones giradas por el reaccionario gobernador de Jalisco Francisco Medina Ascencio, el Presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz, el Secretario de Gobernación Luis Echeverría Álvarez y el Secretario de la Defensa Nacional General Marcelino García Barragán.
Con esta denigrante acción se pretendía ocultar lo que ya era inocultable: la verdadera máscara asesina de la FEG, apoyada por el Estado Mexicano, las fuerzas represivas policíacas y militares, por el priísmo y la clase dominante de nuestro país.
La feroz represión y la “cacería de brujas” que desataron coordinadamente la FEG y los agentes confidenciales de la XV Zona Militar (miembros activos de la FEG, como Carlos Morales García “El Pelacuas”, Gustavo Neri Delgado “El Neri” y Javier Balbaneda, entre otros) y las fuerzas represivas estatales representadas por el entonces Jefe del Servicio Secreto, Carlos Aceves Fernández “El Manchado”, contra los militantes del FER, obligó a los dirigentes de esta incipiente organización de lucha estudiantil democrática e independiente a implementar la táctica del repliegue de fuerzas, exiliándose en la Ciudad de México, D.F.; muchos de los militantes del FER optamos por sumirnos en la clandestinidad y avanzar en la organización de los Comités Clandestinos de Autodefensa Armada, como recurso para repeler las agresiones fegistas y de las fuerzas represivas del Estado Mexicano.
Una vez reanudadas las clases en las Escuelas y Facultades de la U de G, se palpaba un ambiente de intranquilidad y de confusión entre muchos estudiantes y maestros, porque era evidente la presencia de las hordas fegistas que pululaban por los corredores buscando salón por salón a los “mugrosos” del FER para detenerlos, golpearlos, torturarlos (jugando gatos en sus espaldas con navajas de rasurar) en los sótanos carcelarios del edificio de la FEG, para posteriormente entregarlos a las corporaciones policíacas.
Los centros universitarios del saber y la cultura de la Universidad de Guadalajara, se convirtieron en guaridas y centros de operación de los mercenarios fascistas de la FEG, manteniendo en un nivel de Estado de Sitio a toda la Universidad y a la comunidad universitaria.
A pesar de la represión, la actividad política del FER no cesó. A los 4 puntos del Pliego Petitorio, se sumó la exigencia de liberar a los estudiantes detenidos ilegalmente. Se profundizó en el trabajo de denuncia y agitación política, organizando brigadas que cumplían con la tarea de denunciar la actitud represiva de los fegistas y del gobierno, realizando también pintas y pegas de propaganda por toda la ciudad y en las escuelas y facultades de la U de G.
Deben destacarse las históricas pintas que aparecían en las unidades del transporte público urbano de Guadalajara que resumían toda la indignación, el coraje revolucionario, y la concepción política que los estudiantes revolucionarios del FER tenían del sistema de dominación priísta y fegista: FEG + PRI = CACA.

 

“¡¡PORQUE TENEMOS LA RAZÓN: VENCEREMOS”!!
FRENTE ESTUDIANTIL REVOLUCIONARIO (FER).

 

“No son los rebeldes los que crean los problemas del mundo, son los problemas del mundo los que crean a los rebeldes…La rebeldía es la vida, la sumisión es la muerte” Ricardo Flores Magón.