Jorge Falcone.

luego de haber caminado durante más de dos meses, habiendo concretado una acción directa, pacífica y revolucionaria como lo fue la Caminata #BastaDeTerricidio, realizando más de 35 asambleas abiertas en los territorios plurinacionles, compartiendo y escuchando a las personas, y organizaciones que luchan contra el Terricidio, declaramos que mientras no tengamos justicia, para ellos no habrá paz.


Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir

* Según el filósofo argentino – mexicano Enrique Dussel, el ego conquiro se puede definir como un ego (yo) previo al ego cogito (yo pienso) que se gesta en el contexto de la conquista y colonización de América. Tiene como característica la praxis de conquistar y someter y el objetivo de “civilizar” a aquellos que no están civilizados. Ese Ego Conquistador, además, también fue un ego violador. Su  reverberancia tiene tal vigencia que, en nuestra latitud se verifica – por ejemplo –  en circunstancias como el asesinato de Fernando Báez Sosa, joven de 18 años hijo de humildes inmigrantes paraguayos, que encontró la muerte a manos de una “manada” de jugadores de rugby, quienes lo golpearon a la salida de una discoteca en la localidad balnearia de Villa Gessel a principios de 2020.

* Los Estados Nacionales nostramericanos se fundaron en torno a la heteronorma (el hombre como factor de poder) heredada de la Revolución Francesa y el iluminismo.

*  Mediante una suerte de verdadera lobotomía social, la última dictadura  argentina hizo el   trabajo  sucio  de eliminar (físicamente) los más altos niveles de nuestra conciencia crítica fermentada por décadas. El menemismo y el macrismo – cada uno a su modo – instalaron el reinado del hedonismo: en la broma popular que invita “a c… que se acaba el mundo” subyace gran parte del móvil que hoy nos enfrenta a un colapso global sin que atinemos a dejar de bailar en la cubierta del Titanic.

* Existe consenso en el pensamiento crítico acerca de que no hay genocidio posible sin epistemicidio previo. Esto es, en primera instancia se degrada la condición del objetivo antagónico, se trate de un grupo humano o de un concepto, y a continuación se lo anula. Según el sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel,  la noción de “epistemicidio” consiste en la liquidación de algunas formas de apre(he)nder, crear y transmitir conocimientos-saberes comunitarios, ancestrales o los propios de ciertas culturas de naturaleza genuina especialmente tras el nacimiento y uso del método científico como el único validador por parte de las clases dominantes, convirtiéndose éste en una suerte de garante de la objetividad que nos protege de la subjetividad, de lo irracional. Recordemos que además del epistemicidio indígena, el intelectual borincano habla de tres más que se dieron en el S. XVI: Epistemicidio de las mujeres denominadas “brujas”, epistemicidio africano, y epistemicdio árabe-judío. Haciendo abuso de dicha definición, podría considerarse que las campañas de descrédito contra la insurgencia de los años 60/70, fomentadas por la Doctrina de Seguridad Nacional que inspiró a los Terrorismos de Estado que campearon en Nuestra América durante la segunda mitad del Siglo XX, también constituyó el antecedente necesario del plan sistemático de exterminio perpetrado a posteriori. No debería extrañar, por ende, que lxs descendientes de aquellas rebeldías ahogadas en sangre, en tanto hijxs de la derrota de un proyecto revolucionario crecidxs en una sociedad escarmentada y que conserva heridas abiertas, en gran número  canalicen su compromiso político actual dentro de la órbita del poder constituido, sin entrever aún alternativas que lo trasciendan.


* Con la post modernidad caducaron las nociones de totalidad (que durante la modernidad expresaron a nivel global movimientos como el comunismo, y a nivel local el irigoyenismo o el peronismo), potenciando el presentismo y la trivialidad, y promoviendo una lectura fragmentaria de la realidad, que – al decir del filósofo boliviano Rafael Bautista Segales – reserva una mirada holística para los países centrales, mientras  fomenta otra localista para los países periféricos.

* En su obra “La era del vacío”, el filósofo francés Gilles Lipovetsky analiza lo que se ha considerado la sociedad posmoderna, y da cuenta de fenómenos  recurrentes como el narcisismo apático, el consumismo, el hiperindividualismo psicologista, la deserción de los valores tradicionales, la hipermodernidad, la cultura de masas y su indiferencia, la abolición de lo trágico, el hedonismo instanteneista, la pérdida de la conciencia histórica y el descrédito del futuro, la moda y lo efímero, la influencia de las redes sociales, el culto al ocio, la cultura como mercancía, la utilización del ecologismo como disfraz y pose social, entre otros.

* Modelos como los de Trump o Bolsonaro, que confunden la pérdida de privilegios de época con pérdida de derechos, expresan un intento de ratificación del lugar de centralidad del macho proveedor y disciplinador, que nos rige prácticamente desde que nuestra especie se erectó sobre dos piernas y aquel antepasado remoto advirtió que preñar a su hembra le suministraría mano de obra para alivianar la carga de sus faenas diarias e iniciar un proceso de acumulación de bienes.

* Las nuevas derechas han sabido enfrentar a los gobiernos progresistas que hoy impulsan políticas de cuidado, poniendo en duda la dimensión de la pandemia, y apropiándose del concepto de libertad (maquillado como derecho al goce, cuando en rigor de verdad, apunta a no limitar la libertad de mercado)

* De un tiempo a esta parte, la avanzada de mujeres  y disidencias antipatriarcales viene produciendo un desplazamiento del androcentrismo, contribuyendo así a la emergencia de nuevas masculinidades. “Deconstruíte, amigo”, repiten muchxs  con enojo, con chistes, con memes, con formas más amorosas o simplemente a secas. Saben que es necesario que se desarmen esas formas hegemónicas de ser varones, porque eso aportaría a una vida con menos violencias heteropatriarcales. Sin ir más lejos, desde el espacio “El Telar: comunidad feminista de pensamiento latinoamericano”, proponen que esa forma de desarmar tales masculinidades se produzca a través de espacios plurales con cuerpos diversos, escuchando, debatiendo, encontrándose desde el conflicto como un horizonte que mueve y posibilita, en el entendimiento de que “la coherencia absoluta es una búsqueda sin sentido, es la contradicción la que produce cambios. La lucha contra las desigualdades producto del patriarcado no solo es una cosa de mujeres, sino que las relaciones de género son eso, relaciones, y los varones necesitan sumarse a la lucha por una justicia social con perspectiva despatriarcalizadora”.

* El filosofo italiano Franco “Bifo” Berardi viene reflejando una percepción compartida por numerosxs exponentes del pensamiento crítico contemporáneo, y lo hace en los siguientes términos: “Hace algún tiempo me ejercito en pensar con dos cerebros. El cerebro del probable ve el dominio de las corporaciones globales resquebrajar definitivamente en todas partes la sociedad. Ve el fascismo difundirse por Europa: los generales franceses amenazan con la guerra civil. El nacionalismo madrileño y el catalán especularmente se preparan para el enfrentamiento. En Italia el hombre de Goldman Sachs extiende la alfombra roja sobre la que avanzan el partido racista de Salvini y el partido fascista de Meloni. De Ucrania a Bielorrusia, de Palestina a Irán, la guerra se perfila en las fronteras de Europa. El genocidio continúa en el cementerio mediterráneo. Las catástrofes ecológicas se subsiguen al ritmo cotidiano. Buques cargados de sustancias toxicas en llamas en el Golfo Pérsico y en el Océano Índico. No hay un fulgor de esperanza en el panorama del cerebro probable. Sin embargo, el cerebro de lo posible mira la revuelta chilena, mira el proceso constituyente, y no deja de mirar lo inimaginable como posible. Es tiempo de imaginar lo inimaginable”. No se equivoca. Hace falta diseñar un nuevo principio civilizatorio capaz de actualizar las antiguas pero vigentes ideas humanistas aportadas desde el cristianismo y el comunismo. –

Fuente: ContrahegemoniaWeb