AGRICULTURA ABANDONADA.

 

Oscar Loza Ochoa

 

Casi todos los bienes de consumo en el mundo neoliberal

están contaminados por el abuso de los derechos humanos

en algún momento de su producción.

 

Julie Wark

 

¿Qué está pasando en la agricultura sinaloense y qué consecuencias traerá? Este renglón de la economía fue desplazado en 2013 por la actividad turística en su aportación al PIB estatal. Lo comentó con nostalgia y pena el analista Arturo Santamaría al anotar que la actividad agrícola aportó el 9.3%, mientras el turismo alcanzaba el 13.4% del PIB.  Nosotros lo vemos con mucha preocupación por el papel de granero del país que ha jugado Sinaloa, por la cantidad de gente que vive de la producción de alimentos y lo que puede perder.

Lo peor de todo es que las políticas públicas sólo apuntan a favorecer a los grandes consorcios que viven de saquear el campo. Y a los discursos del gobernador López Valdez y de Juan Guerra no se les ve trenza ni molote. Lo que ha sucedido en los  últimos días desnuda la situación que viven los productores del campo, pues ante el inminente vencimiento de los créditos para el día 5 de abril han tomado las bodegas de los especuladores. La producción está en manos de los bodegueros que presionan para que el precio del frijol caiga hasta los diez pesos el kilo. Y mientras se niegan a pagar la producción porque supuestamente no han llegado los recursos, el secretario de agricultura señala que FIRA ya liberó ese dinero. No veo necesidad de que Juan Guerra falte a la verdad en este asunto, por lo que pregunto: ¿Tan fuertes son los "coyotes" y los consorcios a los que sirven que pueden mentir y contradecir a la autoridad sin que pase nada?
Como medida precautoria, la secretaría de agricultura citó para este miércoles a productores y "coyotes", con el fin de desentrampar el problema (las páginas de los medios no reportaban nada). No sabemos si se llevó a cabo la reunión ni de los acuerdos si los hubo, pero es muy claro que cuando se tomen reflejarán fielmente la correlación de fuerzas entre productores, especuladores y autoridad.

Hasta hoy se han intentado dos medidas de apremio por los productores de frijol: la toma de las bodegas donde está su producción y retirar del mercado 50 mil toneladas para que repuntara el precio. El poder de los bodegueros y consorcios sigue imponiendo condiciones. Y esto es válido para los productores de garbanzo, quienes se movilizaron ante el Congreso del Estado exigiendo una legislación que favorezca la comercialización del producto y detenga a los barones de la especulación. De paso denunciaron que la empresa Jova está pagando a 9 pesos el kilo de garbanzo cuando el acuerdo pactado era de 11 pesos. Por lo visto la liquidación de los Almacenes Nacionales de Depósito (ANDSA) y de la Conasupo (que guardaban la cosecha en calidad de depósito en tanto se esperaba precio en el mercado) ha dejado a disposición de las alimañas que dominan el mercado a los debilitados productores. La ausencia de una legislación que compense la pérdida sufrida de ANDSA  y Conasupo agrava la situación de quienes se esfuerzan por producir los alimentos  que consumen nuestras familias.

Se les ha vendido una esperanza a los productores de frijol al proponerles pignorar otras 10 mil toneladas para aspirar a que les sea pagado el producto a 16 pesos el kilo. Hasta el miércoles andaban reuniendo el tonelaje. De más está decir que la solución definitiva del problema no puede venir por ahí. Y menos para la situación global del campo sinaloense. En tanto los productores padecen las políticas neoliberales del estado y del país, la naturaleza no ayuda a paliar la situación, pues a las heladas y sequías acumuladas desde 2011, este domingo 16 de marzo fuertes tornados afectaron unas 17 mil hectáreas de maíz, principalmente, sin que haya respuesta aún a la solicitud de declaración de zona de desastre. Ya se ha adelantado que no hay fondos suficientes para responder por aseguramiento de daños. Lo que faltaba.

Como puede verse el asunto de la agricultura no es temporal ni pequeño. Sobradamente nos lo prueban las consecuencias del tratado de libre comercio que dejó en la quiebra buena parte de nuestra agricultura a partir de 1994 y las políticas antinacionales que abren fronteras al maíz del extranjero precisamente cuando se levantan nuestras cosechas. No menos se hace con otros productos del campo. ¿Cómo enfrentar los problemas de soberanía alimentaria con medidas gubernamentales como ésta?

El campo sinaloense debe llamar la atención no sólo de sus productores, sino de todos los que vivimos en el estado. Razones para ello sobran: hemos aportado en algunos años hasta el 34% de los alimentos que produce el país, somos alternativa ante la necesidad de garantizar el abastecimiento de alimentos a la nación, la quiebra o ruina de la agricultura dejaría en la más completa orfandad a cientos de miles de personas que viven en el campo, entre otras.

Diferentes movimientos sociales se manifiestan en estos momentos en Sinaloa, además de los productores del campo, maestros pensionados de la sección 53 del SNTE, jubilados y pensionados de la UAS, pepenadores del relleno sanitario de Culiacán, familiares con desaparecidos y algunos más; hasta hoy no han encontrado el camino de expresión común de todos sus problemas y demandas, pero no faltan elementos que pueden acercar a estos sectores sociales inquietos. Al menos las políticas públicas y las prácticas administrativas que los afectan parten del mismo poder público y los beneficiarios de esas políticas son quienes aparecen como la contraparte en varios de esos grupos en conflicto. La alternativa es que veamos con la misma lupa los problemas y los responsables de los mismos, y que busquemos coincidir en las demandas y movilizaciones. Hacerlo sería un gran paso en la defensa de los derechos más elementales de los productores del campo y de grupos vulnerables de la ciudad. Vale.