Tomás Baquero Cano, Psicólogo UBA .

 

¿Qué es lo que ven ahora esos ojos chilenos mutilados por su mirada profunda?

Castigo ejemplar para que nadie vuelva a mirar lejos. Castigo a la frente levantada que se asoma al horizonte. Castigo a la cabeza que sale del agua sucia del cotidiano para poder respirar. Castigo a la mirada penetrante del mangrullo, que sube a las alturas como periscopio de todo un pueblo, para ver desde dónde acecha la muerte. Castigo, como decía Juan Gelman, a vidas que viven lo más adelante de todo, a los ojos que se clavan en el casco de cada rati escribiendo el porvenir. Castigo al deseo de un mundo menos cruel que se esconde atrás de las balas y los gases de los pacos asesinos, de los pacos violadores, de los pacos secuestradores.

El fascismo se cree eterno y no tiene más de cien años. Marca los cuerpos para después: los corta, los tatúa, los mutila, los tortura, dejando una carta de presentación de la barbarie en la piel que protesta. Pero lo único eterno es esa mirada profunda, porque se equivocaron de tiempo, se equivocaron de generación. Lxs cabrxs del secundario llevan los ojos que vieron cómo se llevaron a Daniela Carrasco, que los vieron reírse disparando. Disparos que tuvieron su directiva, que fueron calculados, que miraron sus costos de mierda y saben cuántos pesos en perdigones sale cada ojo. Y encima los que no ven son ellos.

Esos ojos que creen e n c e g u e c e r s o n imposibles de tocar, porque tienen como horizonte la memoria viva de la crueldad. Es la mirada de la vida que eligió vivir a pesar de todo y que, hoy, ve venir a kilómetros la impunidad, que no va a volver a tener lugar en este sur, en este presente.