Karlos Zurutuza/ kaosenlared.net

 

Un mes después de que Turquía lanzase una ofensiva en el norte de Siria para controlar una franja fronteriza y expulsar a los kurdos, la violencia continúa pese al alto el fuego en vigor y decenas de miles de civiles se han quedado sin un hogar al que regresar.

«La sensación después de un mes es la misma que el primer día, no cambiará. Nuestra ciudad es muy bonita, pero ahí se quedaron unas bestias (…) Los civiles no pueden ni asomar la cabeza, la situación es muy difícil», asegura el kurdo Xemgin Mamoste, de la localidad de Ras al Ain, fronteriza con Turquía.

Recuerda cómo tuvo que huir junto a su familia durante los primeros días de incursión turca en la población, la más afectada en esta campaña militar y que se sitúa en el extremo de la «zona de seguridad» que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quiere establecer para aislarse de las milicias kurdas y reasentar a dos millones de refugiados sirios acogidos en su país.

Desde el comienzo de la ofensiva ha habido un movimiento de 215.119 desplazados en las áreas blanco del ataque de Ankara, según el último cómputo de la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) para Siria.

Un representante oficial de la ONU aseguró a la agencia EFE que 73.631 personas permanecen desplazadas, mientras que más de 115.000 han regresado a sus hogares.

Con la ofensiva, que mató a decenas de civiles y provocó decenas de miles de desplazados, Turquía tomó el control en su frontera de una franja de territorio de 120 km de largo y de unos 30 de ancho, desde las ciudades de Tal Abyad hasta Ras al Aín.

«Todas las casas han sido saqueadas» En virtud de dos acuerdos entre Turquía y Rusia, por una parte, y Turquía y Estados Unidos, por otra, las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), la principal alianza armada liderada por kurdos, se han visto obligadas a replegarse de esa área en la que han empezado a patrullar unidades conjuntas de Ankara y Moscú.

«Donde nos quedemos no será mejor que nuestro hogar», afirma en una conversación por internet Mamoste, que ahora se encuentra en Qamishli, la urbe más poblada del territorio que controla la autoproclamada Administración kurdosiria en el norte y noreste del país.

«Como kurdo y ser humano no puedo volver a esta ciudad y vivir con esta gente. Mejor ir a la selva (…) De mi familia, sólo mi abuelo se quedó en la ciudad. Hace diez días lo mataron. Ni los vecinos lo enterraron. Todas las casas han sido saqueadas, todas, al cien por cien».

Ankara desea establecer una «zona de seguridad» en el norte sirio para instalar a dos millones de sirios refugiados en Turquía. Desde 2011, la guerra en Siria ha provocado más de 370.000 muertos y millones de desplazados.

 

Crisis humanitaria en Siria tras ofensiva

La ciudad fronteriza de Ras al Aín ha pagado los costos debido a los ataques armados de milicias proturcas y bombardeos aéreos. La ciudad permanecerá bajo control turco tras un acuerdo alcanzado en Sochi entre Rusia y Turquía.

· La mayor parte de los que huyeron son kurdos. Aquellos que permanecen en la ciudad son casi todos árabes que siguen en contacto por teléfono con sus antiguos vecinos. «Me dijeron ayer que los islamistas estaban saqueando nuestras casas. Lo perdimos todo», contó un hombre a DW.

· Las fuerzas del régimen de Bashar al Assad están estacionadas a pocos kilómetros de Tal Tamr. Como consecuencia, las ONG que estaban instaladas en la región decidieron abandonarla en los últimos días. Los desplazados internos llegados desde Ras al Aín y de las villas vecinas dependen enteramente de la ayuda que les entregan las ONG locales, que luchan para hacer frente a la crisis.