Nuestros muertos nunca morirán
Nuestra vida nunca terminará
Nos cargamos unos a los otros
a los reinos celestes y terrestres
a los cantos rojos y negros
a las vías amarillas y lácteas

Nos abrazamos y cambiamos
de lugar
para alcanzar la orilla del espacio
Acompaño los espíritus migrantes
en su jornada para beber juntos
de los cenotes de la luz
y los corazones
Somos los pueblos del ombligo
aullando a la tierra

Nuestras palabras
son las olas umbilicales del océano
dándonos el pan de la tierra
gestando
la transición
de un lado al otro

La vida es la contracción
de la muerte
La muerte es el compacto
de la vida
para que en todas sigan vivas

Las estrellas agujerean mi piel
La lluvia perfora mi cuerpo,
ofrendas de carne,
soles de agua,
escurriendo de mi herida lunar

Mis muertos nunca morirán
Mis muertos y mis relaciones
nos tejen
en un remolino de ternura ...



[Arnoldo García, poeta chicano, 21 octubre 2018]