Hernán Lavín Cerda. (Chile).

 

 

Muy de noche, entre los grillos.

Alguien nos dice como del otro lado:

no explotéis a los débiles,

dejad vivir en paz a las atormentadas viudas,

que nadie despoje a los huérfanos

PARA LA LIBERTAD SANGRÓ, LUCHÓ, PERO VIVIÓ PARA LA LIBERTAD

que se rompan las cadenas de los oprimidos

y que haya justicia entre los hombres.

COMO UN ÁRBOL CARNAL

aquí van los esposos

de nuestras hambrientas viudas

hacia la noche de aquella tierra que un día

fue de humildes

aquellos que hoy son carne de yugo

CUANTO PENAR PARA MORIRSE…

Permítenos, Miguel, que del barro

resucitemos tú alma:

los justos de corazón,

los bienaventurados de espíritu.

Aquí todos creemos en la vida sin clases

que ha de venir

porque hoy la muerte es el status del tirano

y nace del infame vicio de la propiedad privada

como dice San Benito.

Hagamos que al fin reine la igualdad

y los corintios ya lo saben

porque en un principio

alguien se los decía desde la misma orilla

y ahora también lo sientes los huérfanos

y los niños y las viudas

y tenemos fe que ellos ya vienen

y la niña que ayer tuvo 12 años

los espera con los brazos abiertos

para las bodas de la Liberación

y la Primera Cena.

 

Poema a Miguel Enríquez, dirigente del MIR chileno, luego de su muerte combatiendo a la dictadura en octubre de 1974.