Con la captura y recaída del Chapo Guzmán, la supuesta campaña contra el poder de Los Templarios en Michoacán y la asociación de América del Norte para la prosperidad y la seguridad planteada por los presidentes de Estados Unidos, Canadá y México como puerta del cielo y del infierno en un circo de dos pistas: deben ser estudiadas las redes del poder opresor frente a la defensa popular de los tejidos comunitarios.

 

Autodefensa Mujer

 

 

 

Similares y clones, las redes del poder para la dominación, sean las del crimen organizado, las de las transnacionales y financieras, las de las corporaciones montadas desde la religión, las del terror del Estado o del imperio, se cruzan unas con otras y, aunque compiten hasta el punto de la guerra (económica, política, militar, comunicacional, etc.), sus resultados son los que prevé la lógica del sistema: el lucro, la explotación y empobrecimiento con mayor o menor distribución de beneficios, con mayor o menor filantropías y caridad hacia los pobres y parias del mundo, el encadenamiento y dependencia clientelar impuesta a sus socios y fieles, la depredación de conciencias y de la vida de pueblos y comunidades.

 

El mito del Chapo se asemeja con el de Carlos Slim, Bill Gates, George Soros y Steve Jobs: su imperio internacional (no sólo la federación del cartel de Sinaloa) se «preocupa» de su clientela, de su fuerza de trabajo empleada, de sus medidas de seguridad y de su velocidad en la circulación por los diversos giros del imperio: 12 giros ilícitos, pero decenas de giros legales y legitimados por el mercado capitalista y hasta por los clubes de beneficencia social (tan parecidos a los teletones, a los clubes de leones o rotarios).

 

Sólo que el Chapo lo hace mejor, al extender dominios con reparto de beneficios que incorporan a sus redes población excluida del empleo y el enganche de profesionales (abogados, contadores, ingenieros, comunicólogos y un largo etcétera que pasa por militares y policías). Así ocurre en algunas regiones como las de Sinaloa, Jalisco y Guerrero, por sólo hablar de México y no de países centro y sudamericanos en los que su empresa ha tenido bonanza. La población, no sólo responde como en el cuento del gato con botas para mostrar los dominios del amo, sino que se muestran agradecidos e interesados en la reproducción de la vida en el reino, bajo la mano de su amo (amo de mil cabezas con un puñado de caras: los gerentes coordinadores: el Chapo, el Mayo, el Azul, etc.). Se sabe, sin embargo, que para ello hay otros capos con manejos gerencial, bancario, publicitario y gestión de mecanismos de logística, negociación y fuerza.

 

 

¿En qué se diferencia de la estructura multifuncional de las trasnacionales y grupos financieros?

 

 

Sólo en que su operación delincuencial pasa por riesgos físicos de los que medianamente se salvan las redes del poder de banqueros gordos o a dieta, empresarios, jerarcas religiosos y funcionarios públicos perfumados y de apariencia apacible.

 

 

En casos como los Templarios (y antes La Familia michoacana) o los Zetas de la región Norte y Golfo, el negocio del crimen tiene lazos, semejantes pero su estilo de mando y de trabajo agrega a la violencia inter cárteles, la que lanzan contra la población, la extorsión de productores y comerciantes pequeños y medianos y el trabajo esclavo de hombres y mujeres llevado a los límites de la venta de órganos, la trata de personas, el quehacer de jornaleros y migrantes secuestrados para trabajar en sus laboratorios siembras. Esto, según los testimonios, también lo realizan los del cartel de Sinaloa, sólo que reparten los beneficios entre población legitimándose socialmente. Quizás los Zetas en Nuevo León y Tamaulipas habían logrado un apoyo popular parecido al de los cartel del Pacífico, pero ese apoyo fue momentáneo y sus huestes más se parecen a los priistas que corporativizan todos los partidos sobre vendedores ambulantes, jóvenes desempleados, pandillas y policías de banqueta.

 

 

La cárcel a uno de los capos más connotados no cambia, aunque sí reacomoda la estructura compleja de la red. Pero aún no afecta a los narcoempresarios y banqueros como los del CITIBANK- BANAMEX, el HSBC, el western Unión, los Electra o los más ocultos empresarios y funcionarios vinculados a las telecomunicaciones, a la producción y trasiego de armas, vehículos de tierra, mar y aire, que pasan por la participación de agencias como la DEA, la CIA y el Departamento de Estado gringos y funcionarios en todos los niveles de gobierno mexicanos y de los países donde opera esta empresa narco-capitalista.

 

 

Es un desafío enorme, pero no imposible para el pueblo organizado el enfrentar este manejo de territorios y vidas por parte de las redes de metralletas y las de cartera de negocios que algunos creen respetables.

 

 

En todas las regiones de México la población con mayores carencias económicas, principalmente sus jóvenes, en el campo y las ciudades, se incorporan «voluntariamente», la enganchan o se doblega a las redes de violencia, abuso, pero también de empleo y «promoción» con las prestaciones que ofrece el crimen organizado dentro y fuera de las instituciones.

 

 

El tejido comunitario y de solidaridad, de resistencia y defensa cultural, con su pensamiento propio, en fin, su territorio, enfrenta la misma amenaza que imponen las transnacionales y el terror de Estado que con mineras, hidroeléctricas, petroleras, agroindustrias, tala montes, autopistas, gasoductos y más abusos, acometen contra la vida digna, y el quehacer honesto de los pueblos.

 

 

Las trasnacionales y gobiernos han establecido un estilo de violencia común que encubre y limpia la imagen oficial de las fuerzas represivas de los gobiernos: operan los impunes grupos de paramilitares con mercenarios o agentes oficiales encubiertos al servicio de los negocios «lícitos» del nada limpio capitalismo.

 

 

A esas redes de poder criminal responde la creciente organización autónoma, la autosolución de los problemas comunitarios y la defensa propia, comunitaria e integral. Única manera de impedir que las redes opresoras atrapen, rompan o desarticulen los lazos comunitarios y de solidaridad que más temprano que tarde sirvan de base para la liberación de los pueblos y la vida sin explotación, engaño y violencia.