Sergio Rodríguez Lascano
Rebelión
Permítanme antes que nada hacer una crítica fraternal a los editores de esta página alternativa. No es la primera vez que alguien ataca una posición y/o una propuesta y el lector de Rebelión se queda con una sola versión de los hechos.
Hace unas semanas, a Guillermo Almeyra le publicaron un texto titulado “¿Y las nueces?”. En él, principalmente hacía una crítica “severa” a las posiciones del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y, en menor medida, al Congreso Nacional Indígena (CNI).
A lo largo de su texto dice verdades a medias, mentiras completas y, sobre todo, evidencia una forma de hacer un “análisis” que repite hasta la náusea los errores de una vieja —muy vieja— izquierda, que no se ha cansado de repetir una serie de lugares comunes que sólo han redundado en derrotas, frustraciones y desmoralizaciones.
Yo decidí esperar antes de hacer el presente comentario, con la vana idea de que los editores de Rebelión iban a caer en cuenta de que era indispensable dar a conocer tanto la palabra del EZLN como la del CNI, para que sus lectores tuvieran elementos (quienes no los tuvieran) para decidir si era o no fundamentada la crítica. Como es costumbre de los pueblos indígenas mexicanos no se trata de textos muy grandes (bueno sí lo son en contenido, desde mi punto de vista), son sencillos y claros. Pero resulta que, hasta el momento, no se han publicado. Creo que, en tanto Rebelión se reivindica como un medio libre, sería conveniente adoptar esa práctica: publicar lo que se ataca. Más aún cuando no existe ninguna referencia textual a lo que se critica sino que todo son generalidades, del tipo: “Mientras el país se agita, la reunión del EZLN no dijo una palabra sobre ningún problema nacional o internacional ni sobre las movilizaciones que estallan en todos los estados. Se limitó a hablar, muy en general, sobre las futuras elecciones presidenciales, que ni siquiera se sabe a ciencia cierta si llegarán a realizarse…”, o “¿Es posible derrocar al capitalismo por vías exclusivamente pacíficas, como dice Moisés, mientras el capitalismo prepara una guerra mundial y lleva a cabo continuamente guerras colonialistas? ¿Es posible hacerse a un lado, salir del capitalismo, construir una nueva casa? ¿Dónde y cómo?”
También llama la atención el tono apocalíptico del artículo que habla de la sangre en las calles y los campos de México y se le aconseja a los demás que ellos sean quienes la pongan mientras el articulista cómodamente comenta el carácter represivo del capitalismo. Más viniendo de alguien cuyo país de origen sufrió esos baños de sangre, a lo mejor por hacer caso a consejos como los que sugerentemente les da ahora a los mexicanos. Perdón pero con eso no se juega.
No es raro en las redes sociales donde irresponsablemente se dice: ¿y por qué el EZLN no hace tal y cuál cosa? O ¿Por qué no viene aquí a luchar en contra del ejército y la policía? Así que de eso se trata. De sustituir la lucha de lo demás y desde un escritorio decirle a los demás: ¡Adelante compañero, a poner el cuerpo, a derramar tu sangre! Pero si eso no es raro en las redes sociales ¿No es indispensable que haya un poco de mesura en este terreno de alguien que no está dispuesto a poner el cuerpo sino a escribir, a posteriori, las consecuencias de los “errores” de los demás.
Entonces, aparte de polemizar con ese galimatías que publicaron en Rebelión, les anexo los dos textos del 1 de enero de 2017, tanto el del CNI como el del EZLN. Creo que sería bueno que lo publicaran y que sus lectores se puedan dar una idea más clara de la validez o no de la crítica de Almeyra.
Cada domingo, en un diario de la Ciudad de México, Guillermo Almeyra hace gala de su gran capacidad (como diría Homero Simpson: estoy siendo sarcástico) de darle línea a todos los pueblos del mundo. No importa si se trata de los sirios, los cubanos, los norteamericanos, los chinos, los rusos, los franceses, los italianos, los argentinos y agreguen cualquier pueblo del mundo. Y claro, todos esos pueblos tienen la sana costumbre de no hacerle el más mínimo caso.
Pero atrás de esa forma de entender la “militancia” (yo te digo lo que tienes que hacer) se refugia una forma de entender el papel de los intelectuales de izquierda: siempre prestos a llevar la conciencia desde fuera a los ignorantes; siempre en la línea de combate de decirles a los demás que hagan lo que ellos nunca han podido hacer; siempre proféticos, hasta se atreven a hablar sobre la imposibilidad de derrocar al capitalismo por vías exclusivamente pacíficas (sic) a un subcomandante de un ejército rebelde que, a pesar de todas las presiones, ofrecimientos y amenazas, sigue levantado en armas ¿Un poco fuerte, no?
El problema que tiene Almeyra se llama frustración. Cuando en octubre se planteó la posibilidad de que el CNI participara en el próximo proceso electoral, se puso eufórico, no por lo que estaba dicho en la comunicación del CNI, sino por lo que él se imaginaba que iba a pasar. Por eso señaló que se trataba de un cambio de 180 grados de la posición “tradicional” zapatista.
En ese momento, recuerdo que yo señalé en un comentario en Facebook: “Almeyra, hasta cuando parece que acierta, se equivoca”.
La razón era sencilla. Él, como tantos intelectuales supuestamente de izquierda, no leyó lo que estaba escrito. Unos se enojaron y se lanzaron a proferir aseveraciones que los pintaron de cuerpo entero como racistas. Otros, como él, desarrollaron el viejo síndrome de esa izquierda que piensa que los pueblos deciden cosas sin darse cuenta y que lo que es indispensable es explicarles lo que quisieron decir. Y caen, así, en lo que en inglés se conoce como wishful thinking o, para ser más preciso y rindiendo homenaje a Carrie Fisher —quien muriera recientemente—: wishful drinking.
La propuesta original nunca fue lo que Almeyra se imaginó y eso lo enojó mucho. “¿Cómo es posible que la realidad no coincida con lo que escribo?”, me imagino que pensó.
Y cuando la propuesta comenzó a rodar, cuando dejó de ser del EZLN para pasar a ser de todas las comunidades, pueblos, tribus y naciones que conforman el CNI, ésta se fue puliendo no sólo en su contenido (por ejemplo, inicialmente los zapatistas proponían crear una Junta de Buen Gobierno nacional y los compas del CNI decidieron que era mejor el nombre de Concejo Indígena de Gobierno), sino también en sus tiempos.
Y entonces llegamos a un punto delicado: los tiempos. Los y las zapatistas y los pueblos organizados en el CNI siempre han distinguido entre lo urgente y lo importante. Entendiendo que muchas veces esos dos elementos se juntan y lo urgente es lo importante; y otras no, lo urgente no tan sólo no es importante sino que distrae de lo importante.
Dicen, los que saben, que en política la maestría estratégica se logra cuando se controla el tiempo —y creo que los compañeros zapatistas agregarían— y la geografía. Pero, por ahora, quedémonos con el tiempo.
Su conocimiento del tiempo llevó a que se alzaran en armas el 1 de enero de 1994, el día en que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). O, escuchando el llamado de la sociedad civil, a frenar los enfrentamientos militares exactamente como resultado no de una posible derrota militar, sino de una especie de insurrección social que les decía lo que recuerda el Subcomandante Insurgente Moisés, a nombre del EZLN en su conjunto, en ese texto despreciado por Almeyra:
Hace 23 años nos alzamos en armas contra el olvido. La indignación y la desesperación nos obligaron a disponernos a morir para vivir. Para vivir de la única forma que vale la pena vivir, con libertad, con justicia, con democracia. El pueblo de México nos miró y nos habló, nos dijo que nuestra lucha y nuestras demandas son justas, pero que no está de acuerdo con la violencia. Conforme se fueron conociendo las condiciones inhumanas de nuestra vida y nuestra muerte, en todas partes se estuvo de acuerdo en que las causas de nuestro alzamiento no se podían cuestionar, aunque sí la forma en que se manifestó nuestra inconformidad. Ahora las condiciones del pueblo de México en el campo y la ciudad están peor que hace 23 años. La pobreza, la desesperación, la muerte, la destrucción, no son sólo para quienes poblaron originalmente estas tierras. Ahora la desgracia alcanza a todas y a todos. La crisis afecta también a quienes se creían a salvo y pensaban que la pesadilla era sólo para quienes viven y mueren abajo. (Palabras del EZLN el 1 de enero de 2017, en la clausura de la Segunda Etapa del Quinto Congreso del CNI).
En fin, son sólo dos ejemplos, podríamos dar muchos más, pero realmente muchos más.
La otra parte de la crítica de Almeyra es su profundo descontrol a partir de su incomprensión y molestia de las declaraciones finales del CNI-EZLN y del EZLN.
Y, lo siento, pero voy a hacer dos citas in extenso, que me hubiera ahorrado si los textos hubieran sido publicados en Rebelión:
Ellas y ellos nos han dicho que van por todo, para todas y para todos.
Y eso quiere decir que:
Van por el respeto de los derechos humanos.
Van por la liberación de todas y todos los presos políticos.
Van por la presentación con vida de las desaparecidas y desaparecidos.
Van por la justicia para quienes han sido asesinados.
Van por verdad y justicia para los 46 ausentes de Ayotzinapa.
Van por apoyo a los campesinos y respeto a la madre tierra.
Van por una vivienda digna para todos los de abajo.
Van por alimentación suficiente para todos los desamparados.
Van por trabajo digno y salario justo para los trabajadores del campo y de la ciudad.
Van por salud completa y gratuita para todos los trabajadores.
Van por educación libre, gratuita, laica y científica.
Van por la tierra para quien la trabaja.
Van por las fábricas para los obreros y obreras.
Van por las tiendas y bancos para los empleados y empleadas.
Van por el respeto al comercio ambulante, y al pequeño y mediano comercio.
Van por el transporte público y comercial para quienes conducen los vehículos.
Van por el campo para los campesinos.
Van por la ciudad para los ciudadanos.
Van por el territorio para los pueblos originarios.
Van por la autonomía.
Van por la autogestión.
Van por el respeto a toda forma de vida.
Van por las artes y las ciencias.
Van por la libertad de pensamiento, de palabra, de creación.
Van por la libertad, la justicia y la democracia para el México de abajo.
A eso nos están llamando.
Cada quien podrá decidir si esa lucha es buena, si es buena esa idea, si responde o no al llamado que hacen.
Nosotras, nosotros como zapatistas que somos, respondemos: sí vamos con ustedes, sí vamos con el Congreso Nacional Indígena.
Veremos las formas de apoyarlos con toda nuestra fuerza. (Ídem.)
Y lo que nos plantean los compas del CNI —que obviamente dista mucho de lo que refiere Almeyra— es:
Nuestras resistencias y rebeldías constituyen el poder de abajo, no ofrecen promesas ni ocurrencias, sino procesos reales de transformación radical en la que participan todas y todos y que son tangibles en las diversas y enormes geografías indígenas de esta nación. Es por eso que como Congreso Nacional Indígena, reunidos en este V Congreso 43 pueblos de este país, ACORDAMOS nombrar un Concejo Indígena de Gobierno con representantes hombres y mujeres de cada uno de los pueblos, tribus y naciones que lo integran. Y que este concejo se proponga gobernar este país. Y que tendrá como voz a una mujer indígena del CNI, o sea que tenga sangre indígena y conozca su cultura. O sea que tiene como vocera a una mujer indígena del CNI que será candidata independiente a la presidencia de México en las elecciones del año 2018.
Es por eso que el CNI como la Casa de Todos los Pueblos somos los principios que configuran la ética de nuestra lucha y en la que caben todos los pueblos originarios de este país, esos principios en los que se aloja el Concejo Indígena de Gobierno son:
Obedecer y no mandar
Representar y no suplantar
Servir y no servirse
Convencer y no vencer
Bajar y no subir
Proponer y no imponer
Construir y no destruir
Es lo que hemos inventado y reinventado no por gusto, sino como la única forma que tenemos de seguir existiendo, es decir, esos nuevos caminos sacados de la memoria colectiva de nuestras formas propias de organización, son producto de la resistencia y la rebeldía, del hacer frente cada día a la guerra que no ha parado y que no ha podido acabar con nosotros. En esas formas no sólo ha sido posible trazar el camino para la reconstitución integral de los pueblos, sino nuevas formas civilizatorias, esperanzas colectivas que se hacen comunitarias, municipales, regionales, estatales y que están dando respuestas precisas a problemas reales del país, lejos de la clase política y su corrupción.
Desde este V Congreso Nacional Indígena llamamos a los pueblos originarios de este país, a los colectivos de la Sexta, a los trabajadores y trabajadoras, frentes y comités en lucha del campo y las ciudades, a la comunidad estudiantil, intelectual, artística y científica, a la sociedad civil no organizada y a todas las personas de buen corazón a cerrar filas y pasar a la ofensiva, a desmontar el poder de arriba y reconstituirnos ya nos sólo como pueblos, sino como país, desde abajo y a la izquierda, a sumarnos en una sola organización en la que la dignidad sea nuestra palabra última y nuestra acción primera. Los llamamos a organizarnos y parar esta guerra, a no tener miedo a construirnos y sembrarnos sobre las ruinas dejadas por el capitalismo.
Es eso lo que nos demanda la humanidad y nuestra madre que es la tierra, en ello encontramos que es el tiempo de la dignidad rebelde y que materializaremos convocando a una asamblea constitutiva del Concejo Indígena de Gobierno para México en el mes de Mayo de 2017 y desde este momento tenderemos puentes a los compañeros y compañeras de la sociedad civil, los medios de comunicación y los pueblos originarios para hacer retemblar en sus centros la tierra, vencer el miedo y recuperar lo que es de la humanidad, de la tierra y de los pueblos, por la recuperación de los territorios invadidos o destruidos, por la presentación de los desaparecidos del país, por la libertad de todas y todos los presos políticos, por la verdad y la justicia para los asesinados, por la dignidad del campo y de la ciudad. Es decir, no tengan duda, vamos por todo, pues sabemos que tenemos enfrente quizá la última oportunidad como pueblos originarios y como sociedad mexicana de cambiar pacífica y radicalmente nuestras formas propias de gobierno, haciendo que la dignidad sea el epicentro de un nuevo mundo. (“¡Y retembló!, Informe desde el epicentro…”).
Entonces, no es lo que Almeyra había diseñado en sus duerme velas, producto de que su mente trabaja a una velocidad extraordinaria (otra vez, estoy siendo sarcástico), se trata de otra cosa, muy diferente, muy otra. En su cabeza un estruendo se escuchó, pero no era el estruendo de la propuesta sino su propio estruendo, el que se imaginó y, por eso, ahora reclama unas nueces que sólo existieron en su cabeza. Cuando las nueces están ya bailando en los árboles de la realidad. ¡Ah! La Realidad, siempre tan molesta, tan inoportuna, tan impertinente, tan ajena, tan…
Yo entiendo que para un viejo militante de izquierda sea difícil descifrarlo —lo digo por propia experiencia—, para eso es indispensable desaprender mucho, pero mucho. Y yo sé que Almeyra no está dispuesto a eso. ¡¿Cómo va a ser?! Si él tiene línea política para todos los pueblos del mundo.
Entonces, lo mejor, lo menos esquizofrénico, lo más inteligente (más para él, que lo sabe todo) es llevar a cabo su política con los que estén de acuerdo con él.
¡¿Qué?! ¿No hay nadie? Bueno, eso sí que es un problema.
Mientras, los zapatistas y el CNI siguen con su tarea que han consultado y acordado, con sus tiempos y en sus geografías. Y desde ahí, ya comienzan a irradiar a muchos otros, por todo el país.
Entiendo que está complicado entender lo siguiente:
No, ni el EZLN como organización, ni ninguna, ninguno de sus integrantes, va a participar por un “cargo de elección popular” en el proceso electoral del 2018.
No, el EZLN no se va a convertir en un partido político.
No, el EZLN no va a presentar a una mujer indígena zapatista como candidata a la presidencia de la República en el año del 2018.
No, el EZLN no “ha dado un giro” de los grados que sean, ni seguirá su lucha por la vía electoral institucional.
Entonces ¿el EZLN no va a postular a una indígena zapatista para presidenta de la República? ¿No van a participar directamente en las elecciones de 2018?
No.
¿Por qué no? ¿Por las armas?
No. Se equivocan rotundamente quienes piensen que es por eso: las zapatistas, los zapatistas tomamos las armas para servirnos de ellas, no para ser esclavizados por ellas.
Entonces, ¿porque el sistema político electoral institucional es corrupto, inequitativo, fraudulento e ilegítimo?
No. Aunque fuera diáfano, equitativo, justo y legítimo, las zapatistas, los zapatistas no participaríamos para alcanzar y ejercer el Poder desde un puesto, un cargo o un nombramiento institucional.
Pero, en determinadas circunstancias, por cuestiones estratégicas y/o tácticas, ¿no participarían directamente para ejercer un cargo?
No. Aunque “las masas” nos lo demanden; aunque la “coyuntura histórica” necesite de nuestra “participación”; aunque lo exijan “la Patria”, “la Nación”, “el Pueblo”, “el Proletariado” (ok, eso ya está muy demodé), o cualquiera que sea el concepto concreto o abstracto (tras el cual se esconde, o no, la ambición personal, familiar, de grupo o de clase) que se enarbole como pretexto; aunque la coyuntura, la confluencia de los astros, las profecías, el índice bursátil, el manual de materialismo histórico, el Popol Vuh, las encuestas, el esoterismo, “el análisis concreto de la realidad concreta”, el etcétera conveniente.
¿Por qué?
Porque el EZLN no lucha para tomar el Poder. (“Una historia para tratar de entender”. 17 de noviembre del 2016).
No, no es lo que se imaginaban, lo del giro de 180 grados. No, no es la entrada del EZLN a la institucionalidad estatal. No, no es lo que pensaban los que se desgarraron las vestiduras y hablaron de que el EZLN había traicionado al zapatismo. No, el EZLN no se desarma para convertirse en un partido político. Y no, el EZLN no se volvió seguidor de Almeyra.
Sí, se trata de una apuesta política muy importante, la más importante desde el 1 de enero de 1994, según los propios compañeros zapatistas. Y busca ofrecer una alternativa pacífica, de organización y resistencia, a toda la población mexicana (desde luego no se incluyen aquí a los capitalistas nacionales o internacionales, clase política, torturadores y asesinos, tampoco a Esteban Moctezuma ni a Alfonso Romo, ni a Carlos Slim, ni a los que han vivido de robarle su dinero a los campesinos o a los obreros usurpando su representación). Es decir, un espacio para construir un mundo donde quepan muchos mundos, no todos, pero sí muchos. Incluido el suyo, señor Almeyra.
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